Este avance incluye la aplicación del Dispositivo de Identificación Individual Nacional (DIN) y chapetas para el inventario bovino predial, cumpliendo con los requisitos de responsabilidad sanitaria nacional, como la vacunación contra fiebre aftosa y brucelosis.
Este proyecto de GIZ ha sido implementado por encargo del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo (BMZ), en colaboración con el Instituto Colombiano Agropecuario (ICA).
Desde mayo hasta la fecha, se han distribuido casi 19.000 dispositivos entre familias ganaderas, en un proyecto que espera alcanzar los 20.000 animales identificados. Este esfuerzo no solo facilita el seguimiento sanitario y productivo de los animales, sino que también fortalece la trazabilidad conforme a los Acuerdos Cero Deforestación (ACD).
Fabián Ricardo Rivera Serrano, coordinador de extensionistas de ProRural en Caquetá, enfatizó que el objetivo es transformar la ganadería tradicional hacia prácticas más sostenibles. “El proyecto ProRural va direccionado hacia migrar toda la ganadería tradicional que se viene haciendo en la región hacia una ganadería más sostenible”, explicó Rivera.
En Caquetá están encaminados a apoyar a 266 familias en 4 municipios (San Vicente del Caguán, Puerto Rico, El Doncello y La Montañita). Estas familias ya han registrado cerca de 9.000 animales con chapetas y están recibiendo herramientas para llevar un control detallado de sus inventarios ganaderos y tomar decisiones más informadas.
“Antes llevaban registros básicos como nacimientos o el número de animales, pero no datos relevantes como días abiertos, peso al destete, o producción individual de leche”, comentó el coordinador de extensionistas. (Lea en CONtexto ganadero: ProRural: transformando la ganadería para un futuro sostenible y protector de bosques)
De lado del Meta, Andrea Paola Fernández, experta en ganadería sostenible de ProRural, aseguró que se han aplicado aproximadamente 10.000 chapetas (de las 11.000 previstas) en alrededor de 250 predios de 3 municipios ubicados al sur del departamento: Puerto Rico, Mesetas y Vistahermosa.
“En estos municipios los ganaderos están trabajando con empresas lácteas regionales, que también están comprometidas con los Acuerdos de Cero Deforestación y les estamos ayudando a tener identificados los animales en parte de su red de proveeduría. Venimos llevando a cabo un proceso de planificación predial que va a ayudar a que todos los ejemplares que están identificados puedan comenzar a hacérsele registros individuales, registros productivos y, a su vez, un registro de seguimiento en la calidad y manejo del ordeño y de la leche que se está entregando a las empresas en cada finca”, detalló.
Falta de cultura, lluvias y cambios en los inventarios, los principales retos
Uno de los principales desafíos ha sido la resistencia cultural al uso de tecnologías modernas. “Muchos ganaderos no tienen el hábito de registrar información, y algunos desconfían de los dispositivos, pensando que están siendo vigilados”, afirmó Rivera.
Además, 40 % de las familias ganaderas está liderado por adultos mayores, quienes enfrentan dificultades para adoptar estas innovaciones. Para superar estos obstáculos, el proyecto ha involucrado activamente a mujeres y jóvenes, capacitándolos en el manejo de registros y herramientas tecnológicas. Según Rivera, ellos han sido clave para la aceptación y éxito del programa.
“Nos hemos dado cuenta que el limitante es que (los adultos mayores) adopten estas tecnologías. Por ello, nuestra salvaguardia han sido las mujeres de los predios y los jóvenes, que son los que más tienen ganas de implementar algo diferente”, afirmó.
Otras de las dificultades para avanzar en la colocación de chapetas está relacionada con las fluctuaciones en los inventarios ganaderos. Según Fernández, los inventarios ganaderos han fluctuado, y de los 17.000 Dines que solicitaron inicialmente para el Meta, los redujeron a 11.000 porque algunos de los productores han vendido parte de sus animales, por temas como el bajo precio en la compra de leche y la disminución de forraje por sequía de mitad de año.
“Por ejemplo, en el primer semestre del año el precio de la leche bajó muchísimo. Pasamos más o menos de $1.600 a $1.000 el litro de leche y eso hace que los productores comiencen a vender los terneros que ellos están levantando. Y al venderlos, pues se nos bajó el inventario que se iba a identificar”, anotó.
Además, el clima actual, caracterizado por intensas lluvias, ha generado nuevos desafíos para implementar estas identificaciones. Esta situación ha obligado a postergar parte del proceso hasta que las condiciones climáticas sean más favorables. Como describió la experta:
“Está lloviendo mucho en los Llanos y las lluvias retrasan un poco el tema de colocación de Dines porque se pueden engusanar las orejitas de las vacas. Como estamos con este periodo de lluvias tan fuerte, nos toca limitar la aplicación de los dines mientras vuelve el periodo seco”.
Aun así, Fernández adelantó que esperan culminar con la colocación de las chapetas en diciembre de este año anticipando las visitas de supervisión del ICA. Adicionalmente, el proyecto ha integrado capacitaciones en extensión rural y trazabilidad con el apoyo del Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA) y el proyecto Nuestra Tierra Próspera de USAID.
La implementación de la trazabilidad no solo busca mejorar la gestión sanitaria, sino también aumentar la productividad. Rivera señaló que “proyectamos mejorar indicadores productivos relacionados con carne y leche, permitiendo a los ganaderos identificar qué vacas se alejan del punto de equilibrio del negocio”.
Asimismo, el programa fomenta la planificación predial con enfoque ambiental, evitando prácticas como la deforestación para ampliar potreros y dando mayor gestión a las áreas ya transformadas, con acciones en restauración de bosques en corredores de conectividad. En este contexto, el sistema de trazabilidad también apoya la certificación de fincas sostenibles, lo cual puede agregar valor a sus productos.
El enfoque de GIZ en la trazabilidad y sostenibilidad
De acuerdo con Pedro Valderrama, asesor de GIZ para el proyecto ProRural, esta iniciativa fue impulsada por las empresas lácteas de ambos departamentos, que expresaron su interés en desarrollar un proceso que permitiera identificar a los animales de las fincas de donde obtienen la leche.
“Lo que hizo ProRural fue gestionar con el ICA ese proceso y apoyar a esta entidad para que los dispositivos de identificación DIN llegaran a las fincas, donde ProRural está brindando extensión en ganadería sostenible”, precisó.
Pero además de los beneficios para los productores en facilitar el seguimiento sanitario y productivo del ganado, el proyecto también permite al consumidor conocer más sobre el origen de los productos cárnicos y lácteos, incentivando prácticas sostenibles en Meta y Caquetá.
“Identificar los animales y los predios contribuye a que el consumidor pueda tomar decisiones más informadas sobre el origen de los productos que consume”, explicó Valderrama. (Lea en CONtexto ganadero: El Meta avanza hacia la ganadería sostenible de la mano de Fedegán)
El proyecto ProRural, financiado por el Ministerio de Cooperación y Desarrollo del Gobierno de Alemania y ejecutado a través de GIZ, inició a finales de 2022 y continuará hasta octubre de 2025. Su objetivo es atender a más de 500 familias con programas de extensión en ganadería sostenible, y a 200 predios ganaderos adicionales, con procesos de conservación y uso sostenible del bosque.