Luego un difícil 2015 marcado por el fenómeno de El Niño, este año comenzó con un recrudecimiento del verano que se debilitó a mitad del año. Aunque hubo alivio en este aspecto, los ganaderos sufrieron otro golpe por cuenta de la reducción en el precio de la leche. A principios de año, las montañas que cubren gran parte del territorio boyacense se veían desde lejos como desiertos áridos. El fenómeno de El Niño se intensificó a finales de 2015 e inicios de 2016, dejando sin pastos ni agua a los ganaderos de casi todo del departamento. Manuel Martínez, gerente de la Asociación de Productores de Chivatá, Agrochivatá, manifestó que la gran mayoría de los trabajadores agropecuarios se vieron afectados por la sequía y las heladas. (Lea: Productores de Boyacá siguen afectados por verano y heladas) “Todas los pastos se acabaron, el hielo los acabó, la sequía. Hace como 8 meses que no nos llueve. Usualmente cae agua en octubre y noviembre, y por aquí no llovió. Esto aquí es un desierto”, dijo. La última vez que los ganaderos de esta zona presenciaron un aguacero fuerte fue en junio de 2015 y tuvieron que esperar casi un año para volver a ver una precipitación intensa. Entre tanto, muchos propietarios de ganado tuvieron que vender sus animales a precios irrisorios para poder sostener sus fincas. Vacas que costaban $2 millones y medio fueron vendidas por $500 mil, según Martínez y otros ganaderos consultados por este medio. (Lea: Ganaderos en Boyacá, preocupados por escasa producción de leche) En junio comenzaron las lluvias y en octubre volvió la temporada invernal, lo que tranquilizó un poco a la mayoría de trabajadores rurales de Boyacá. Sin embargo, las pérdidas que sufrieron durante El Niño fueron tan graves que la recuperación ha demorado varios meses. Ataque de plagas y de una criatura extraña Los predios ganaderos de Boyacá también fueron atacados por plagas como el chinche y el mión de los pastos. Miguel Daunas, médico veterinario en Toca, aseguró que en los alrededores de este municipio empezaron a ver pastos quemados por efecto del mión. “Las puntas se estaban quemando como si fuera hielo. Nosotros pensamos que era por culpa de las heladas, pero en verdad es un ataque masivo del bichito que le llaman el mión”, afirmó. (Lea: 3 problemas que afectan a los ganaderos de Boyacá) Como los aguaceros fueron tan débiles, se creó el ambiente propicio para que el insecto se instale en el forraje, pues el agua ya no viene con suficiente fuerza para arrastrarlo fuera de los predios. Esta fue una de las secuelas por el fenómeno de El Niño que más preocupó a los ganaderos. Los ganaderos de Boyacá también sufrieron por cuenta de la misteriosa criatura que atacó vacas, caballos, burros, ovejas, perros, gatos, conejos y gallinas desde diciembre de 2015 hasta noviembre de este año. Los ataques ocurrieron en el valle de Ubaté y Chiquinquirá, perjudicando también a pobladores de Cundinamarca, y causando la muerte de más de 200 semovientes. Precio de la leche La queja constante de los productores lecheros ha sido el bajo precio que reciben por la venta de su producto. Varios han señalado que el precio se estancó en los $1.000 por litro y que no hay asomo de la industria de querer sobrepasar esa frontera. A pesar de que en marzo de este año, el Ministerio de Agricultura decretó el aumento del precio base en 8,3%, muchos ganaderos no vieron el alza reflejada en las colillas de pago, y por el contrario, advirtieron una disminución del precio en los meses de junio y noviembre, en los que normalmente las empresas recolectoras bajan el pago. La baja más fuerte se sintió al final del año, pues varias pasteurizadoras decidieron reducir entre $20 y $100 por cada litro de leche. (Lea: Productores de Boyacá temen posible reducción en pago de leche) Más que la evidente molestia que generó la baja en el pago, lo que más causó inconformidad entre los productores fue el abuso de la industria de cambiar el precio sin ningún aviso y sin que mediara ninguna explicación. Por este tipo de atropellos, en municipios como Chiquinquirá, Socha y Sotaquirá, los trabajadores pecuarios se han visto abocados a cambiar de negocio y a dedicarse al levante y la ceba para mejorar su economía. Este cambio se atribuye a la mejora en los precios del ganado. Según Orlando Pacativa, gerente de la Cooperativa Agropecuaria de Sotaquira, Cooagrosotaquirá, la venta de ganado resulta más rentable que la de la leche. “Una novilla está costando entre $3 y $4 millones. El precio se ha mantenido aunque uno puede conseguirlas más baratas si no tienen registro ni vacunas contra brucella o tuberculosis”, dijo. Atención del Gobierno y logros del Conpes lácteo Boyacá es una de las 4 cuencas lecheras del territorio nacional, conformada en su gran mayoría por pequeños y medianos productores que venden el producto a empresas locales o en los mismos pueblos. Hoy en día existen iniciativas para incentivar la productividad, entre las cuales sobresale el Conpes lácteo que tuvo su cuarta versión en el segundo semestre del año y que aumentó la cobertura de beneficiarios atendiendo a más de 70 asociaciones. De otro lado, este año también se iniciaron proyectos como la construcción de la cava del queso Paipa. Tanto el Conpes como la cava han contado con recursos y apoyo del extranjero, principalmente de la Unión Europea y Japón. No obstante, los ganaderos han expresado las profundas necesidades del sector y la falta de una política integral que reúna a todos los actores en pro de una mejor producción. Hay regiones que requieren mayor atención, como el occidente. Jesús Alberto Bautista, presidente de la Asociación de Ganaderos de Muzo, advirtió la grave situación en la que viven los campesinos de esta región del país. “Nos sentimos abandonados por parte del Estado. Los únicos que se han acercado son los de Fedegán”, afirmó el dirigente gremial, cuando fue consultado por este medio en febrero de este año. Lo mismo opinaron los miembros de la Cooperativa Boyacense Integral de Lácteos de Ventaquemada, Cobilac, que pidieron apoyo para incentivar a los jóvenes a aprender del negocio pecuario y lácteo. “Sería importante que desde las instituciones, como los Ministerios y las Secretarías, se elabore un programa en los colegios para estimular el amor por el campo desde pequeños, porque se necesita un trabajo más fuerte”, sostuvo Salvador Arévalo, gerente de la Cooperativa.