En la vereda Pekín, en el municipio de El Copey, Cesar, un trágico suceso tiene consternada a la comunidad cesarense. Óscar Arévalo, un joven de 24 años, fue encontrado sin vida en inmediaciones de la finca La Esperanza, un lugar que hasta hace poco se consideraba seguro y alejado de la violencia que azota otras partes del país. (Lea en CONtexto ganadero: La sombra de la inseguridad acecha a los ganaderos: abigeato, carneo y asesinatos)
El cuerpo de Óscar fue descubierto entre matorrales, en un predio de la finca. La angustia de su familia comenzó cuando, desde el pasado jueves, se percataron de que no respondía llamadas ni se comunicaba con ellos, algo inusual para un joven conocido por mantener contacto constantes con sus seres queridos.
La preocupación se transformó en desesperación, y sus familiares emprendieron una intensa búsqueda que incluyó el rastreo de su teléfono celular. Finalmente, encontraron su cuerpo, evidenciando que había sido asesinado a golpes, un hecho que llenó de dolor y confusión a quienes lo conocían.
Tan pronto las autoridades tuvieron conocimiento de los conocimiento de lo sucedido, iniciaron las investigaciones pertinentes. La primera acción fue la captura de un individuo de aproximadamente 25 años, quien fue sorprendido conduciendo el camión de Óscar en jurisdicción de El Copey.
Aunque este arresto representa un avance, aún quedan muchas preguntas por responder: ¿cuál fue el móvil del crimen? ¿actuó este individuo solo es parte de una red más amplia de delincuencia que opera en la región?
Este trágico suceso se suma a un contexto de creciente inseguridad en la región del Cesar, especialmente en el sector ganadero. En los últimos meses, los robos de carne bovinas en las fincas han aumentado de manera alarmante.
Los delincuentes, en un acto de extrema crueldad, sacrifican a los bovinos, llevándose sus extremidades y dejando las cabezas y torsos esparcidos en los potreros. Este tipo de robos no solo representa una pérdida económica significativamente para los ganaderos, sino que también simboliza la vulnerabilidad en la que se encuentran frente a una delincuencia que parece actuar con total impunidad.
Los productores de la región han manifestado su preocupación por la falta de acciones efectivas por parte de las autoridades para detener esta ola de robos. La situación ha llegado a tal punto que la rentabilidad del negocio ganadero se ve seriamente comprometida, poniendo en riesgo la subsistencia de muchas familias que depende de esta actividad económica.
Panfletos intimidatorios
Como si esto fuera poco, la inseguridad en el Cesar no se limita a los robos. Diversos líderes agropecuarios del sur del departamento han comenzado a recibir amenazas de grupos organizados al margen de la ley. Estos grupos les han dado un ultimátum: abandonar sus tierras o enfrentar “medidas contundentes y definitivas”, como lo mencionan en un panfleto.
Esta situación ha generado un clima de temor e incertidumbre entre los productores, quienes ven cómo se cierne sobre ellos una nueva forma de violencia que no solo busca despojarlos de sus bienes, sino también de sus vidas.
La muerte de Óscar Arévalo y los constantes robos y amenazas que enfrentan los ganaderos del Cesar son un llamado de alerta que no puede ser ignorado. Las autoridades deben redoblar sus esfuerzos para garantizar la seguridad en la región, investigando a fondo los crímenes y desmantelando las redes de delincuencia que están sembrando el terror en el departamento.
Asimismo, es importante que se establezcan mecanismos de protección para los líderes agropecuarios, quienes desempeñan un papel fundamental en la económica local y nacional. Sin una acción decidida y coordinada, el futuro del sector ganadero en el Cesar, y la seguridad de sus habitantes, continuará en grave peligro. (Lea en CONtexto ganadero: La inseguridad en el Cesar no termina, se reinventa)