En la reforma tributaria que presentó la semana pasada, el Ministerio de Hacienda gravó bebidas azucaradas como las gaseosas, jugos y tés. La medida, que busca ayudar a combatir el problema del sobrepeso en el país, podría representar un incremento en la ingesta de productos lácteos.   Para nadie es un secreto que en Colombia, como en muchos otros países del mundo, el consumo de bebidas como gaseosas es muy elevado, a tal punto que en muchos lugares se ha convertido en asunto de salud pública por los problemas que por cuenta de ello se generan.   Con argumentos en esa línea de preservar la salud de los ciudadanos colombianos, el Gobierno de Juan Manuel Santos decidió que en la reforma tributaria se incluyera un impuesto para las bebidas azucaradas, entre las que se encuentran las gaseosas, los tés, algunos jugos, entre otros. (Lea: Solo 35 litros de leche al año consumen en barrios populares de Medellín)   Serán $300 adicionales por cada litro de producto que se adquiera, con los que más que ayudar a cubrir el inmenso hueco fiscal de la nación, el Ejecutivo sostiene se desincentivará la compra de productos que afectan la salud del consumidor y generan serios problemas de obesidad.   ¿Se abre una oportunidad para la leche?   La pregunta que surge es si a propósito de este nuevo panorama los consumidores terminarán pagando el nuevo valor o si en lugar de eso se inclinarán por otras alternativas como el agua, la leche o alguno de los productos que de ella se derivan, como es el caso de los yogures.   Según Mariano Restrepo, expresidente de la Cámara gremial de la leche, los lácteos son un producto costoso, al que muchas veces solo pueden acceder personas con algún poder adquisitivo, situación por la que personas de menos recursos optan por no incluirlos como parte de su canasta familiar.   Una bolsa de leche puede estar entre los 1.900 y $2.100 y eso representa un gasto para el ciudadano de a pie. También está la competencia con otras bebidas como la gaseosa en las que la industria invierte mucha publicidad”, explicó Restrepo hace un tiempo a CONtexto ganadero.   Las cifras que se conocen revelan que nuestro país tiene un consumo per cápita de 145 litros, pero que en las zonas con menos recursos las cifras son alarmantes.  La recomendación de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, es elevar la cifra a los 170. (Lea: El alza en los precios de la leche y la carne, devastadora amenaza para el consumo)   Estudios de la Universidad de Antioquia del pasado 2015 confirmaron que en algunas zonas de Antioquia de estratos 1 y 2 la ingesta de leche no sobre pasa los 35 litros y que la preferencia la tienen las bebidas gaseosas y otros saborizados de forma artificial.   Los estratos altos del país consumen, en promedio 170 litros de leche al año, mientras que en los niveles sociales medianos el consumo desciende a 82 litros anuales por persona. Para los estratos bajos la media está en 38 litros.   La producción de leche en el país es suficiente para abastecer la demanda interna y desde la Federación Colombiana de Ganaderos y otras entidades se han hecho campañas de fomento que resaltan las bondades  y beneficios de optar por ella a la hora de tomar algún líquido.   La reforma tributaria presentada por el ministro Mauricio Cárdenas dejó a la leche y sus derivados exentos del cobro del impuesto al valor agregado, IVA, por ser parte de la canasta familiar, lo que se convierte en un aliciente adicional para que más personas la tengan en cuenta.