En la parte alta del departamento, un grupo de expertos viene adelantando un trabajo con 12 comunidades indígenas, que van a ser dotadas de bancos de forraje y riego por goteo para alimentar a los semovientes que tengan.   La escena es repetida y drámatica: niños indígenas de La Guajira muriendo de hambre y sed. Pese a los programas asistencialistas del Estado, la situación se sigue presentando y no hay nada que evite el deceso de los pequeños. (Lea: En La Guajira están tras los pasos del criollo Campuzano)   Actualmente, una serie de médicos veterinarios vienen trabajando en la parte más alta del departamento con un propósito: garantizar la seguridad alimentaria de las poblaciones nativas. Así lo pudo conocer CONtexto ganadero, que logró ponerse en contacto con uno de los profesionales del campo, quien no solo dio detalles del programa que adelanta, sino que reveló que en esa región hay bovinos capaces de soportar las condiciones extremas.   Camilo Castro Niño, médico veterinario y quien se encuentra en una zona conocida como Siapana, aseveró que el proyecto que están adelantando allí pretende fortalecer la producción de comida de 12 comunidades nativas. Eso se hará a través de la implementación de bancos de forraje con especies gramíneas y leguminosas, así como el uso de un sistema de riego por goteo para aprovechar al máximo el líquido vital.   Añadió que la intención es que con esas herramientas que les están propiciando a los nativos puedan producir los suministros básicos para darles a los ovinos, caprinos y bovinos que hay en la Alta Guajira. Agregó que pudo comprobar que hay al menos 180 semovientes, pero muy pocos puros de la raza conocida como Campuzano, por lo que a su juicio es el momento de adelantar acciones que permitan estudiar y conocer a profundidad esos ejemplares. (Lea: Cifras demuestran que ganado criollo produce rentabilidad y ahorro)   “Si no se hace algo rápidamente, en pocos años no se van a encontrar animales puros para poder preservar la especie. Además son bovinos que se han aclimatado a las condiciones extremas y han sido capaces de sobrevivir alimentándose con trupillo, cactus o la tuna, por eso se ven en buen estado corporal en comparación a las especies cruzadas que están muy mal”, detalló.   Añadió que la capacidad de conversión de alimento en leche o carne debe ser muy alta, ya que si con lo poco que comen se mantienen condiciones aceptables, al nutrirse con gramíneas y leguminosas, van a poder demostrar todo su potencial lo que redundará en beneficios para la comunidad, que podrá acceder a la alimentación proveniente de la vaca y no dependerá únicamente de la cabra.   En tanto, Marino Valderrama, médico veterinario y seguidor de las razas criollas colombianas, destacó el hallazgo revelado por Castro Niño, ya que desde su conocimiento, es un recurso que lleva muchos años adaptado a las condiciones de un sistema donde no llueve, por lo que le llamó la atención el estado corporal de los semovientes que llevan años en un desierto. (Lea: Un bovino criollo campeón es impecable de cabeza a pezuñas)   “Sorprende que el animal haya sido capaz de sobrevivir a las condiciones tan extremas de la Alta Guajira, en donde normalmente caían 400 milímetros de agua al año, pero durante 3 años no cayó una sola gota”, confesó Valderrama, quien no ocultó su satisfacción al ver que en el país hay una especie que puede soportar largas sequías y garantizar la seguridad alimentaria de una población tan vulnerable.   Valderrama le pidió a la Corporación Colombiana de Investigación Agropecuaria, Corpoica, que adelante un programa en donde no solo proteja la genética del Campuzano en el banco de germoplasma, sino que estudie a profundidad la raza y sus características productivas.