Con el fin del conflicto se viene asegurando que muchas cosas van a empezar a cambiar en el país, especialmente en el campo. Los productores quieren pensar que delitos como la extorsión van a erradicarse y que podrán trabajar tranquilos. Trabajar en el sector rural nunca ha sido fácil. A lo largo de los años estas labores han implicado asumir grandes costos, enfrentar adversidades climáticas, luchar contra las dificultades de acceso a servicios públicos e incluso a los financieros y, principalmente, ser víctima de los actores armados que se adueñaron de vastas regiones del territorio nacional. Como si lo anterior fuera poco, todas esas personas que decidieron dedicarse a la tierra, a su explotación, que sintieron esa vocación, poco a poco fueron sufriendo los rigores de la violencia y terminaron sufriendo delitos de todo tipo: abigeato, carneo, extorsiones, secuestro e incluso asesinatos. Aunque estos últimos han disminuido recientemente, hay uno que preocupa no solo porque las cifras no ceden sino que tiene desangrados a los miembros del sector rural: las extorsiones. Vale la pena aclarar que afecta a todos los eslabones de la economía. (Lea: Las Farc seguirían extorsionando a los ganaderos del Huila) Miembros del sector ganadero, que prefieren mantener la reserva de su identidad, han asegurado a CONtexto ganadero que la Fuerza Pública ha cedido demasiado terreno y que por cuenta de esa laxitud los delincuentes vienen reforzado su accionar. “No es fácil nuestra situación y el panorama se avizora difícil. Nos gusta la paz, sin duda, como a todos los colombianos, pero las extorsiones siguen y aunque hemos hecho las denuncias correspondientes ante las autoridades competentes, pareciera que las reciben como un trámite porque nunca obtenemos respuestas sobre ellas”, aseguró Elías Avellaneda Silva *, productor de Caquetá . En su opinión, el problema radica en que solo están priorizando el desarme de los miembros de la guerrilla de las Farc, pero no se han asegurado de que estos hombres realmente abandonen sus actividades ilícitas. El daño que se deriva de esa práctica es inmenso pues altera la tranquilidad de los productores y perjudica los niveles de rentabilidad del predio. Similar situación vive Sebastián Padilla Cediel *, ganadero de Algeciras, en Huila, quien ratificó que el tema no solo no es nuevo sino que ha cobrado fuerza con lo que aseguró ahora denomina ‘aportes para la paz’. “Yo tengo que pagar por el número de vacas e incluso osbre lo que logro vender en el mercado; esto es desgastante porque es como trabajar para 2 cuando acá el único que hace todo soy yo. No soy el único al que le pasa, por eso muchos han ido desistiendo de dedicarse a esto, es muy duro”, reseñó. Fue más allá y dijo que en la zona se requiere tomar medidas efectivas para frenar este tipo de prácticas que junto a otros delitos no permiten el desarrollo de la ganadería. (Lea: Presuntos disidentes de las Farc seguirían extorsionado en el Caguán) Por su parte, Catherine Berrio Ortiz *, productora de Curumaní, lamentó que el tiempo pase y delitos como la extorsión en lugar de reducirse sigan siendo recurrentes. Señaló que todo pasa por la debilidad que existe en las entidades encargadas de aplicar justicia en Colombia, “pues los malhechores saben que no pasa nada si los llegan a agarrar, pues es solo cuestión de unas pocas horas en la cárcel, en el mejor de los casos, y estarán de regreso a las calles y listos para delinquir”. Berrio ratificó que en su región las extorsiones están a la orden del día y que de hecho nunca se han dejado de pagar, por lo que muchos las han llegado a ver como uno de los gastos fijos de sus explotaciones. Aunque en repetidas oportunidades miembros de la Policía y el Ejército han manifestado que siguen vigilantes y procurando garantizar la seguridad de todos los ciudadanos en general, la sensación de zozobra se mantiene latente. (Lea: Seguridad rural no mejoró, otra promesa que Santos incumplió) Los productores confían en que ahora que las Farc representarán una preocupación menos, las acciones contra los remanentes del grupo armado, el ELN, las Bacrim, entre otros, se retomen con la vehemencia suficiente que se requiere y mejoren así las condiciones de trabajo para los campesinos de todo el territorio nacional.