El 25 de septiembre de 2020, una mujer de 26 años en Neiva (Huila) falleció a causa de rabia humana, tras ser mordida por su gato. Este caso despertó las alarmas entre los expertos que consideran que en Colombia se podría presentar una reemergencia de la enfermedad. Para combatirla, sugieren abordar el enfoque de Una Sola Salud.
De acuerdo con el Instituto Nacional de Salud, el informe de autopsia concluyó que se trataba de rabia silvestre, una variante genética transmitida por el murciélago hematófago. Al parecer, el gato, que no contaba con esquema de vacunación, se infectó al cazar el animal volador.
Este caso es una prueba más para los expertos de que la rabia humana está reemergiendo en América Latina y el Caribe, como han señalado varios expertos en los últimos años. (Lea: “Ganadería bovina es la más afectada por la enfermedad de la rabia”: ICA)
Un informe especial de 2008 titulado “Rabia trasmitida por murciélagos vampiros a humanos: ¿Una zoonosis emergente en América Latina?” advertía sobre esta posibilidad al constatar que la rabia en humanos transmitida por murciélagos vampiros aumentó en América Latina en 2005.
Perú y Bolivia acumularon el mayor número de casos notificados entre 1975 y 2006, en tanto que en Brasil hubo un reporte de 55 personas enfermas. En las décadas de los 80 y 90, se informaron brotes de más de 20 personas con rabia transmitida por murciélago en Perú.
Aunque el caso de la mujer en Neiva puede parecer aislado, en los últimos 20 años en Colombia se han presentado casos de rabia urbana y silvestre que hacen pensar que la hipótesis de una reemergencia de la enfermedad podría aplicar para nuestro país.
Asi lo manifestó Natalia Margarita Cediel Becerra, docente y miembro del Observatorio Colombiano de Salud y Bienestar Animal de la Universidad de La Salle, quien ha insistido en la grave amenaza que representa el virus para la salud pública.
Cediel es médica veterinaria de la Universidad Nacional, donde también hizo una maestría en Salud Pública, y realizó un doctorado en Ciencias Veterinarias en la Universidad de Turín (Italia). En la actualidad, es una de las investigadoras que más sabe de rabia en nuestro país.
“En la maestría hice mi tesis en rabia canina (…), aunque pensamos que son distintas, en verdad es un mismo virus que tiene diferentes especificaciones en sus variantes, pero se trata de una misma enfermedad”, manifestó la experta. (Lea: Urge vacunar contra la rabia silvestre)
De acuerdo con la experta, las grandes ciudades como Bogotá, Medellín, Cali y Bucaramanga han obtenido resultados sobresalientes en la segunda mitad del siglo XX en el control de la rabia urbana, con esquemas de vacunación en perros, principalmente.
Pero además se realizó un trabajo muy exhaustivo en educar a las personas sobre la importancia de inocular a sus mascotas y de prevenir la rabia. Desde los años 60 con campañas como “Cali libre de rabia canina” (en 1965), en el país se logró reducir la tasa de mortalidad de la rabia.
“A medida que se fortalecían las coberturas vacunales de 70 u 80 % en algunos lugares, se redujo el ciclo de la rabia urbana. Pero últimamente, lo que estamos viendo es que no se estaba teniendo en cuenta a los gatos, que empezaron a ser objeto de vacunación desde el 2007, a raíz de que estos animales estaban jugando un papel en la rabia humana”, dijo.
En efecto, según datos recopilados por Cediel, de los 42 casos de rabia humana que se han registrado desde 2000, en 13 de ellos los animales agresores fueron los felinos, que se consideran relevantes en la transmisión de la rabia por su etología depredadora.
“Lo que se está viendo es una reemergencia, como se llama desde la epidemiología, de la rabia humana, pero ya no transmitida por el ciclo urbano, sino por el ciclo silvestre”, informó la médica veterinaria. (Lea: Serán aplicadas más de 24 000 dosis contra rabia silvestre)
Ciclos de la rabia
¿A qué se refiere el ciclo urbano o el ciclo silvestre de la rabia? Como aclaró Cediel más arriba, la enfermedad es la misma, pero existen diferentes variantes según la especie. Cuando los animales domésticos se contagian, como los perros y gatos se denomina ciclo urbano.
En cambio, el ciclo silvestre corresponde al contagio que se produce cuando el portador del virus es el murciélago hematófago (Desmodus rotundus, más conocido como el vampiro común). En el sector rural, si una persona llega a ser mordida por este animal, puede ser contagiada.
Sin embargo, puede presentarse un ciclo rural, más frecuente que el contagio entre vampiro y humano, y es cuando el murciélago ataca al ganado bovino o equino y en la mordida transmite el virus. Luego, cuando el propietario interactúa con sus semovientes, se infecta.
“Junto con uno de mis estudiantes hicimos un estudio sobre la rabia bovina entre 2006 y 2015, y encontramos que la mayoría de casos estaban en los departamentos de la Costa Atlántica. En Colombia, la rabia es endémica, especialmente en el departamento de Magdalena”, precisó.
La investigadora reveló que en Magdalena ocurren ambos ciclos. De hecho, el 77 % de los casos reportados de rabia de origen urbana (variante 1) tuvieron lugar en ese departamento, en perros, gatos y zorros, algo que genera preocupación porque estos animales no son domésticos.
Una alternativa para vacunar los zorros es el uso de vacunas orales, que se suministran dejando cebos en los ecosistemas donde se movilizan. También se podrían emplear incluso para los gatos, especialmente en lugares remotos donde no llegan las vacunas en frío.
En estas poblaciones alejadas, donde los esquemas de vacunación no se aplican de forma tan estricta como en las ciudades y áreas urbanas, Cediel explicó que se inicia un tratamiento antirrábico potente a los seres humanos expuestos al virus, es decir, los que han sido mordidos.
“Un solo caso de rabia humana ya constituye un brote. Desde el año 2000, ha habido 42 casos en Colombia. De esos, 8 fueron por perros, 13 por gatos y 21 por murciélagos, de los cuales 14 fueron niños en Chocó que viven muy cerca de donde habitan los murciélagos”, apuntó.
De igual manera, los gatos también se pasean por las zonas silvestres donde se encuentran con los hematófagos, y a su regreso a la casa muerden a sus dueños, algunos de los cuales sí vacunan pero muchos otros no han sido educados en la importancia de este procedimiento.
La médica veterinaria añadió que el mismo problema ocurre en países como Perú y Brasil, donde la enfermedad está reemergiendo, lo que podría atribuirse al hecho de que muchos pobladores están adentrándose a los territorios donde el murciélago habita.
Pero además están instalando y construyendo sus fincas cerca de estas áreas, de manera que al vampiro le resulta más fácil y provechoso consumir sangre de una vaca que de un gato o un ser humano, lo cual constituye otro factor de contagio para los propietarios de ganado.
“De alguna manera, hemos invadido lugares donde el murciélago cumple una función ecológica, y como llevamos el ganado, que es alimento para especies, se produce la transmisión de la rabia”, fue el llamado de la experta.
Y añadió: “Tenemos que trabajar unidos en todos los sectores para que no vuelvan a presentarse casos de rabia humana, y no solamente el sector pública, pues también debe participar la comunidad, las universidades, la industria privada con el tema las vacunas”.
Vacunación al ganado bovino contra rabia
Sobre este tema, Esperanza Polanía Pardo, subdirectora de Salud y Bienestar Animal de Fedegán–FNG, contó que a lo largo de casi dos décadas, la Federación Colombiana de Ganaderos (Fedegán) ha hecho grandes esfuerzos para apoyar el control de la patología en hatos ganaderos.
Esto lo ha hecho a través de la aplicación de la vacuna de fiebre aftosa + rabia, que se suministra durante los dos ciclos de vacunación que tienen lugar al año en nuestro país. A partir de 2017, el ICA estableció la vacunación contra la rabia silvestre como obligatoria en las áreas alto riesgo.
De este modo, la Empresa Colombiana de Productos Veterinarios (Vecol) incrementó la producción alrededor de 5 millones de dosis de vacuna bivalente, que se suministra en el primer ciclo vacunación contra fiebre aftosa de cada año.
En 2017, se aplicaron más de 4 680 000 vacunas de aftosa + rabia, casi 10 veces más que las que se ofrecieron en 2016, que fueron cerca de 466 000. A lo largo de los últimos tres años, el número de inoculaciones ha variado entre 4 631 000 y 5 197 000.
“La producción de aftosa + rabia fue un gran desarrollo porque permite prevenir dos enfermedades que impactan el hato, y a la vez hacer un ahorro, pues se usa la misma jeringa y aguja, así como también se hace en el ciclo de vacunación”, reveló la funcionaria.
No obstante, indicó que las dosis producidas no son suficientes para cubrir a toda la población bovina susceptible de ser contagiada cuando son atacadas por el Desmodus rotundus. Según Polanía, este inventario sería cercano a los 9 millones de cabezas, acorde con la estimación realizada por el ICA previo al inicio del primer ciclo de 2020.
Además, no solo basta con producir estas vacunas. Al igual que la fiebre aftosa y la brucelosis bovina, se requiere un programa para controlar la enfermedad, lo que implica una gestión compleja que va más allá de producir las 9 millones de dosis que probablemente cubrirían a los hatos susceptibles de la enfermedad.
Esto incluye un esfuerzo tanto del sector público como del privado, la academia y la comunidad en general, con campañas de divulgación y acciones para mitigar el contagio. (Lea: Vecol, comprometido con la erradicación de la rabia en Colombia)
“Hay ganaderos que no compran la vacuna bivalente porque no tienen conciencia de la gravedad del problema. Falta un programa de capacitación fuerte en las zonas afectadas, con programas que se transmitan por radio, por ejemplo. Cuando inició el programa contra aftosa, hace más de 20 años, nosotros educamos a los productores de la importancia de hacerlo. En cambio, la vacuna contra rabia es obligatoria, pero se queda en una resolución”, lamentó Polanía.
Enfoque Una Sola Salud
Ambas expertas sostuvieron que el control de la rabia debe abordarse desde One Health (Una Sola Salud), dado que se trata de un mismo virus y de que los ciclos de transmisión involucra a diversas especies, varias de las cuales están en contacto permanente con el ser humano.
En forma estricta, se define como un abordaje para diseñar e implementar programas, políticas, legislación e investigación en las cuales múltiples sectores trabajan y se comunican entre sí para lograr mejores resultados en salud pública.
Como lo señaló Cediel, implica un modo colaborativo, cros-sectorial y multidisciplinario. En el caso de la rabia, a nivel internacional involucra a 3 organismos: la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Mundial de Sanidad Animal (OIE) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
De este modo, la primera se encargaría de la prevención humana con enfoque en la prestación de servicios de salud, la OIE promueve la sanidad y bienestar animal con la vacunación de perros, gatos y bovinos, en tanto que la FAO aboga por involucrar al sector empresarial, buscando reducir la pobreza rural y avanzar en la agricultura sostenible.
Según Cediel, “si hay algo que es muy útil en rabia es la educación ciudadana, que las personas participen del control de la enfermedad, que sepan por ejemplo que no pueden andar cogiendo murciélagos o no puede faltar la vacunación anual con sus mascotas o semovientes”.
De igual manera, abogó por apoyar la investigación de la academia y, a la luz de la nueva epidemiología de la rabia en Colombia, determinar cuáles son las acciones que se deben priorizar y que se hagan de forma conjunta. (Informe: Vacunar contra la rabia bovina no es una opción sino un deber)
Por ejemplo, como explicó Polanía, no se trata únicamente de vacunar a todos los bovinos susceptibles de ser contagiados (pues en todo caso no hay vacunas suficientes), sino que también hay que buscar alternativas para controlar al murciélago.
Para la subdirectora de Salud y Bienestar Animal de Fedegán–FNG, si se van a establecer ciclos de vacunación obligatorios contra rabia, primero se debe garantizar la disponibilidad de las dosis requeridas de manera que pueda hacerse exigible a los propietarios de ganados de las zonas endémicas.
Pero además, el control de los vampiros y, en general, una estrategia para erradicar la rabia en el ciclo rural requiere de un programa nacional que no solo corresponde al sector de producción pecuaria, sino a otras entidades de salud pública y medio ambiente.
Finalmente, como puntualizó Cediel, se debe elaborar un plan de trabajo a 5 años “donde todos podamos ir hacia un mismo destino, compartir datos, sentarnos periódicamente a ver cómo podemos mejorar la situación”, porque si bien se están haciendo cosas bien, se pueden hacer mucho mejor.
“Se puede corregir, yo siento que estamos a tiempo. La pandemia de COVID-19 nos debe servir en el servicio de salud tanto humana como animal para potenciar los programas y no para olvidarnos de las enfermedades que ya estaban, pues no podemos dejar que las que ya estaban controladas vuelvan a emerger”, concluyó.