En el barrio San José del municipio de San Marcos, en Sucre, los habitantes han acondicionado los patios de sus viviendas a la explotación agrícola. Ajonjolí, arroz y fríjol se cultivan en la zona urbana, alimentos que en cosecha se comparten entre los vecinos.   Los patios de las casas del barrio San José no son los típicos solares en los que se almacena basura, vehículos o enseres viejos. Son espacios desde los 1.000 y hasta los 2.500 metros cuadrados en los que se ven plantas de fríjoles crecer. (Lea: Pastusos siembran comida en los patios y techos de sus casas)   Allí se ha planificado la agricultura para tener los gramos que se servirán en el plato de las familias durante todo el año. El fríjol y ajonjolí se siembran en verano y el arroz en invierno. Por eso, no necesitan agua extra para mantener los cultivos. Han aprendido a sembrar en los momentos indicados y con abonos orgánicos.   Mario de la Rosa es uno de los habitantes de San José. Tiene el patio más grande del barrio: 2.500 metros cuadrados están acondicionados para la producción de arroz, el cual se trilla y seca en un plástico.  La terminación se hace en un molino artesanal que está en el corazón del pueblo.   “Cultivo arroz y aprovecho para sacar la comida de la familia. Acá lo metemos en un planchón, lo trillamos a palo y lo secamos.”, dijo Mario, que desconoce lo que es comprar una bolsa del alimento en una tienda o supermercado. El proceso completo le ha demandado 3 meses y en la última producción obtuvo 16 bultos. Este trabajo y estilo de vida lo han acompañado hace 5 años. (Lea: Cultivo hidropónico y organopónico: comida del jardín a su mesa)   Darinel Enrique Regino Ricardo, profesional en San Marcos de Gestión Productiva y Salud Animal de Fondo Nacional del Ganado, FNG, dijo que el barrio se caracteriza por tener cultivos en sus solares de estos 3 alimentos, que se siembran con orden y esmero. “Es digno de admirar lo que hacen”, apuntó.   Señaló que todo el trabajo es artesanal y es testigo de que fríjol, ajonjolí y arroz tienen el valor agregado de ser más “sabrosos”, porque se cultivan con amor.   Cuando las cosechas están listas, Mario y los demás cultivadores comparten los alimentos producidos en sus casas.Allí nada se vende, el regarlo es la ofrenda de convivencia que hace de San José, el barrio agricultor de San Marcos.