“En estos días estuve acompañando unas brigadas, a la salida de Teorama, yendo para San Calixto (Norte de Santander) encontramos esa valla alusiva a las Farc en conmemoración a la muerte de ‘Alfonso Cano’, eso está en casi todo el pueblo y nadie se atreve a quitarlas”. Así comienza Óscar Ortiz Agudelo, profesional en Gestión Productiva y Salud Animal, PGPSA, de Fedegán en el municipio de San Alberto, su relato sobre la situación que se vive actualmente en el departamento.
Según relata Ortiz las autoridades policiales saben lo delicado de la situación, pero nadie dice nada, allí solo se miran y se limitan a hacer lo suyo.
El reglamento de las Farc es claro y hay un letrero en el que se puede leer: ‘Por favor, cuando vaya a transitar por acá quitarse el casco’.
“A los vacunadores siempre les toca quitarse el casco”, sostiene Magnolia Manzano, programadora del ciclo de vacunación de Fedegán en San Alberto.
“Este problema también lo tuvimos en El Carmen y en Guamalito (Norte de Santander), más que todo es para entrar a las veredas, nos toca quitarnos los cascos para que nos puedan ver la cara cuando pasamos”, dice Manzano.
En algo coinciden también los residentes del sector y es en el papel de la Policía frente a la situación, saben de su presencia, pero saben también que no tienen la jurisdicción la zona. “La Policía sabe que la gente no puede andar con casco por allá y no les hemos comentado la situación por miedo”, asegura la programadora del ciclo de vacunación.
Aunque para muchos el problema es parte de su cotidianidad para otros como Nury Arévalo, secretaria de Gobierno del municipio de Teorema, “todo está bien, normal, tranquilo, no hay alteraciones del orden público”.
La funcionaria dice con incredulidad que “en el municipio no se han recibido denuncios, no hay carteles referentes a amenazas de un grupo armado ilegal que intente acabar con la ‘tranquilidad’ del municipio.”
La versión no coincide con la de Ortiz quien asegura que “allá se maneja una tensa calma, en cualquier momento se altera el orden público”.
Aunque el tema genera temor, este es pan de cada día, “en el caso de los vacunadores los dejan entrar porque llevan su chaleco e identificación, no tienen problema para ingresar porque siempre han ido en los ciclos de vacunación, ellos van es a lo que van”, comenta Magnolia Manzano.
Allí nadie denuncia por miedo, por ser catalogado como sapo y exponer su vida a repercusiones por parte de los grupos armados. CONtexto ganadero trató de comunicarse con las autoridades y con el alcalde y no fue posible.
Mientras tanto en Norte de Santander las Farc seguirán imponiendo el no uso del casco y el pueblo esperando que alguien se atreva a llevarse los carteles y con ellos el miedo con el que viven.