Más de 5,3 millones de bovinos y bufalinos alcanza el II Ciclo de Vacunación contra aftosa, en su segunda semana
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Por - 15 de Mayo 2013
El pasado 11 de febrero de 2012, en lo que parecía un control de rutina que el Ejército adelantaba en Arauca, el soldado Andelfo Amaya tuvo la mala fortuna de perder una de sus piernas con una mina antipersonal. Por estos días la suerte le sonríe, recibió 'una vaca por la paz'.
El pasado 11 de febrero de 2012, en lo que parecía un control de rutina que el Ejército adelantaba en Arauca, el soldado Andelfo Amaya tuvo la mala fortuna de perder una de sus piernas con una mina antipersonal. Por estos días la suerte le sonríe, recibió 'una vaca por la paz'.
Febrero 11 de 2012. Domingo. El soldado Amaya Cárdenas Andelfo se encontraba realizando un control militar en la capital del departamento de Arauca. “Estaba con 18 hombres más y ahí sucedió, con una mina perdí una pierna”, cuenta con ese acento santanderano característico de la región, lo que en el interior del país llaman ‘golpeado’. Lo dice con algo de reserva. Perdió un miembro de apoyo.
“En el Batallón de Sanidad ubicado en Bogotá, en Puente Aranda, me enteré que Fundagán (Fundación Colombiana Ganadera) estaba abriéndole un espacio a los soldados que habían sido víctimas de las minas antipersonal, entonces pasé mis papeles”, sostiene Amaya Cárdenas con una voz más tranquila. (Lea ‘Fundagán le cumple al país con la entrega de 'vacas por la paz'’)
Entregó una fotocopia de su cédula, una del acta con la narración de los hechos ocurridos en Arauca y una más de la escritura del predio en donde tendría al animal. El soldado con un tono más alegre dice: “yo sí esperaba ser beneficiado”.
El pasado domingo 12 de mayo, un año, tres meses y un día después del control militar en Arauca en el que perdió su pierna, recibió ‘una vaca por la paz’. No venía sola, ya tenía una cría que había nacido 2 días antes de su entrega. (Lea ‘La ‘Esperanza’ llegó en forma de vaca a Boyacá’)
“Estoy muy feliz porque es un detalle que no le dan a cualquiera. Así como yo, otras personas merecen una segunda oportunidad, un nuevo comienzo, y si yo puedo contribuir donando ese ternero, lo hago con todo el gusto”, explica el soldado de origen campesino de la vereda Sagamal en Santander.
Andelfo vive con su madre, su esposa y su hijo de 2 años. Dice que no tenían una vaca. “Tener a 'Labarcina' es subirle la moral a cualquiera, porque es el momento de volver a empezar y salir adelante”.
“Le pusimos Labarcina por el color que tiene, también en honor al compositor Jorge Villamil, y aunque parezca folclórico todos coincidimos con el nombre de ella”, asegura Nelson Oriel Ortiz, zootecnista de la región.
Ortiz comenta que Labarcina está libre de todo tipo de enfermedades y que el adecuado tratamiento del animal consiste en suministrarle pasto fresco, combinado con leguminosas de buena calidad, para lograr así obtener leche en óptimas condiciones para consumo humano. (Lea ‘Fundagán entrega 10 'vacas por la paz' en Palmira’)
“Cada 3 meses, durante 3 años, tenemos visitas programadas para ver el estado del animal, pero definitivamente todo se basa en el cuidado, mantenerla con sus vacunas al día, comprarle concentrado y quererla”, puntualizó el zootecnista.
“Ahora vamos a tomar leche. Esta vaca es un regalo, sobre todo porque el niño se va a alimentar muy bien”, expresó Andelfo Amaya.
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