Por cuenta de las condiciones climáticas del país, productores en varias regiones clamaron al Gobierno por ayudas para atender la sequía o el verano. Muchas no llegaron, otras fueron escasas y algunas incluso afectaron la salud de los semovientes. Parece insólito que tras una de las temporadas climatológicas más difíciles de la historia reciente del país, muchos ganaderos de diversas regiones no hayan recibido ayuda por parte del Estado. Al principio del año la petición de alimento y forrajes era permanente pues el fenómeno de El Niño secó rápidamente las cuencas hídricas y afectó la producción de pasto, incluso en algunas regiones la alta luminosidad causó incendios forestales que terminaron de agravar el panorama. (Lea: Ganaderos de Codazzi se sienten abandonados por el Gobierno) Es el caso de los productores del Valle de Ubaté, quienes padecieron todo tipo de complicaciones a causa del clima. Así lo reveló Patricia Escobar, ganadera de la región quien lamentó todo lo que tuvieron que soportar en la región por cuenta de El Niño y el poco interés del Estado para darles una mano en los momentos más difíciles. Escobar aseveró que la sequía afectó los pastos, forrajes y agua para brindarles a los animales, las pocas precipitaciones que cayeron generaron la aparición de nitratos y nitritos lo que causó intoxicación en varios semovientes; y al final se sumaron los altos cobros por parte de la Corporación Autónoma Regional por cuenta del acceso al agua. “¿Cuáles ayudas? Para darles una mano a los paneleros nos dieron un silo que envenenó el ganado. A nosotros no nos ayudan, no hay quien lo haga; es decir, de palabra solo Dios es el único que nos da una mano y nos manda algo de agua”, criticó la productora. (Lea: Ganaderos del occidente boyacense se sienten olvidados por el Gobierno) Mientras la mayoría de los productores sufrían por el verano, en Vichada el invierno causó graves estragos que ni el mismo gobierno departamental atendió. Los productores del departamento pidieron ayudas para mitigar los estragos causados por el exceso de precipitaciones. "Decretaron la calamidad pública y no han invertido un peso... No han hecho intervención directa, no han hecho plan de recuperación, no han hecho nada", aseveró Luis Carlos Sandoval, presidente de la Asociación de Ganaderos de Guainía y Vichada, Asoguavi. Los aguaceros se presentaron en septiembre y como consecuencia las fincas quedaron convertidas en pantanos luego del invierno. Por esa razón los productores pidieron con insistencia semillas para recuperar los pastos y si era posible comida para los animales. Hasta el momento no ha habido respuesta a la solicitud de los productores. (Lea: Tras invierno, ganaderos de Vichada y Guainía piden plan de recuperación) Finalmente, Ovidio Cortés García, presidente ejecutivo de la Federación Departamental de Ganaderos del Chocó, Feganachocó, explicó que desde que mediados de agosto, momento en el que la comunidad manifestó por lo que ellos llaman un “abandono de décadas”, no recibieron ningún tipo de ayuda por parte del Gobierno y ni siquiera hubo una interlocución con los representantes del Ejecutivo para que escucharan sus problemáticas. "Esta situación no nos sorprende porque siempre ha sido así, entonces nos valemos de lo que podemos hacer como agremiación a nivel privado", expuso. El sector ganadero del Chocó desconoce lo que es recibir ayudas por parte del Ministerio de Agricultura, porque iniciativas como la entrega de alimentos subsidiados para los animales nunca han llegado al departamento. (Lea: No solo es Chocó, abandono del Estado también lo siente la ganadería) Mientras en el Valle de Ubaté hay más presencia de entidades del Estado, empresas que acopian leche y los productores tienen más oportunidades de hacerse notar, el caso opuesto lo viven los ganaderos de Vichada y Chocó, departamentos históricamente olvidados por el Gobierno, carentes de industrias y de importancia para los encargados de brindar ayuda. Como estos, hay muchos casos similares en regiones de todo el territorio nacional a los que desde el Ejecutivo no se les presta atención. El balance entre quienes conforman el sector rural es negativo, teniendo en cuenta que llevan mucho tiempo implorando soluciones, escuchan promesas y a nadie parece importarles sus preocupaciones.