Cansada de la persecución policial, la contaminación, los bajos ingresos y la zozobra, esta nortesantandereana decidió con su esposo comprar una pequeña parcela en Pamplonita. Hoy en día ambos son ejemplo de productividad agropecuaria.
La migración del campo a la ciudad parece no tener fin. Muchos jóvenes salen de sus humildes moradas en búsqueda de oportunidades laborales en las diversas urbes, ya que la situación en el sector rural no les es del todo favorable a nivel económico y viajan con la ilusión de encontrar un empleo que les permita sostenerse y ayudar a sus familias. (Lea: Campo Elías, a sus 70 años, da cátedra en organización ganadera)
Aunque los ejemplos de la situación opuesta son escasos, Alcira Sierra es uno de los mejores que se pueden encontrar. Esta nortesantandereana de 59 años se aburrió de su situación en Cúcuta y junto con su esposo decidieron comprar una pequeña parcela en Pamplonita en donde viven desde hace 6 años.
Pero antes de eso, doña Alcira era una vendedora ambulante. Todos los días iba a la Central de Abastos de la capital de Norte de Santander a comprar hierbas aromáticas, las cuales vendía en las calles de la ciudad. Sin embargo, las constantes persecuciones de la Policía, el temor a las ‘batidas’ y la posibilidad de que le tocara salir corriendo y dejar en el piso su mercancía colmaron su paciencia. Razones suficientes para dejar Cúcuta y buscar en el campo una alternativa viable para vivir y trabajar. (Lea: Recolección de datos del predio fortalece su empresa ganadera)
“Fue un cambio drástico, acá vivimos muy tranquilos, sin afanes ni temor alguno”, contó Sierra, quien en La Orquídea, como se llama su finca, tiene 3 novillos, un toro y 3 hembras, en las que ocupa su tiempo. Además, aprovechó su experiencia en hierbas para sembrar en un pequeño espacio toronjil, menta, caléndula y otras especies que ahora vende en la plaza de mercado del pueblo.
“Yo estoy muy contenta acá, vivo feliz con mi esposo, ambos nos dedicamos por completo a la finca, porque no solo es la ganadería, también tenemos maíz, sorgo, fríjol y algunos cultivos de pancoger que cuando los vendemos son un ingreso para nosotros”, indicó doña Alcira. (Lea: De ganaderos empíricos a profesionales en el manejo del hato)
Esta pequeña empresaria es una de las beneficiarias del programa Asistegán DRE, el cual vienen liderando la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán, y el Fondo Nacional del Ganado, FNG. Esta iniciativa le va a permitir a Sierra y su esposo recibir beneficios en temas como alimentación bovina, mejoramiento genético, organización de productores y comercialización, entre otros.
Doña Alcira es madre de 4 hijos, todos ya abandonaron el hogar, pero su instito maternal no la
abandona, por lo que trata de verlos por lo menos 2 veces al mes. Foto: Ramón Medina / Fedegán.
“Este programa es un elemento fundamental para lograr el desarrollo del sector porque es el vehículo para que la ganadería del país perciba el proceso de modernización y el mejoramiento con nuevas tecnologías, procesos de innovación y extensión, porque en este momento la actividad tiene un desarrollo deficiente”, aseguró Olber Ayala, coordinador del proyecto Asistegán. (Lea: Taurus, software para hacer más eficiente la ganadería en Santander)
Ramón Medina, profesional operativo del programa y quien atendió a Alcira Sierra, le contó a CONtexto Ganadero que a la pequeña ganadera se le viene apoyando en temas como bancos mixtos de forrajes, normas de ordeño, división de potreros, temas claves para mejorar la productividad y la rentabilidad del hato.
“Nosotros notamos que en La Orquídea había muchas deficiencias, especialmente en el manejo de los animales y la calidad de las pasturas, por lo que los ayudamos a establecer los bancos mixtos, a que dividiera la finca, porque el ganado hacia pastoreo y no se hacía rotación, pero desde que intervinimos en el predio se han visto notorias mejoras”, agregó Medina. (Lea: Este es el secreto para disminuir costos y mejorar nutrición)
Sobre la gestión que viene adelantando Fedegán-FNG en su finca, Doña Alcira agradeció que fuera tenida en cuenta para mejorar, porque reconoce con espontaneidad que ni ordeñar sabía, por lo que todo su aprendizaje ha sido a través de ensayo y error.
“No ha sido fácil, pero sin la ayuda de don Ramón y el personal del proyecto, habría sido más complicado, porque estaría cometiendo los mismos errores”, concluyó la pequeña ganadera. (Lea: "En el campo lo que más preocupa es la inestabilidad de ingresos": CCI)
Atrás quedaron los días de ventas diarias, de huirle a las autoridades y perder mercancía. Hoy por hoy esta familia dedica su tiempo a pensar en como mejorar su negocio, conscientes de que solo el trabajo duro les permitirá seguir disfrutando lo que hacen y teniendo un ingreso con el que viven dignamente.