Delincuentes ingresaron a una finca en zona rural del municipio de Calamar y pelaron a varios animales. Algunas versiones hablan de 9 animales, otras de 24, incluidos toros puros. Hay temor en la zona por incremento del abigeato.   Como lo reportó El Universal, el hecho se registró la noche del pasado miércoles 4 de abril, cuando hacia las 9 de la noche, varios sujetos entraron al predio y mataron a los animales para robarles la carne. (Lea: Ganaderos siguen preocupados por abigeato en Depresión Momposina)   La finca está ubicada entre los municipios de Calamar y Arroyohondo, una zona donde los pequeños y medianos productores han denunciado la inseguridad que impera a pesar de las acciones de la Fuerza Pública.   De acuerdo con este medio, los delincuentes tenían todo planeado y se llevaron la carne en un furgón, que fue visto hacia las 10 de la noche por testigos que afirmaron que un vehículo de ese tipo había entrado al sector.   El dueño de la finca, de 64 años, fue consultado por el periódico, y lamentó que los cuatreros se hubieran adentrado a su finca a robarle lo poco que tenía. (Lea: Denuncian constantes robos de ganado y sacrificio clandestino en Mompox)   “Nadie dijo nada, pero a los vecinos se les hizo raro porque los carros que van a vender cosas solo entran al sector en las mañanas. Solo me quedaron tres vacas. Las que mataron eran lecheras y cuatro de ellas estaban preñadas. Prácticamente vivo de eso”, dijo.   El caso fue replicado por el presidente ejecutivo de la Federación Colombiana de Ganaderos, Fedegán, José Félix Lafaurie, quien publicó en Twitter las imágenes de las carcasas tiradas en el suelo, y manifestó su profundo malestar por un nuevo caso de inseguridad rural.   “El abigeato y el sacrificio ilegal se tomó el país. Entretanto las autoridades miran para otra parte.  Fedegán está cansado de denunciar esta bárbara práctica en boga en todas partes”, declaró. (Lea: Robos de ganado en Bolívar no cesan a pesar de las denuncias)   También hay un video grabado donde se observa el panorama desalentador, donde el autor observa con rabia e impotencia a toros puros de altísimo valor, en los que invirtió esfuerzo, tiempo y dinero, y que en menos de 2 horas quedaron convertidos en huesos y vísceras desechados.