Para enfrentar estas desventajas y mejorar la calidad nutricional de los embutidos, un equipo de especialistas del INTA Marcos Juárez en Córdoba, ha innovado al incorporar semillas de linaza en la dieta de los cerdos destinados a la producción de carne. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Qué características favorables ofrece la crianza de cerdos?)
Esta iniciativa busca producir embutidos más saludables y con mayores beneficios nutracéuticos, sin sacrificar el sabor y la textura apreciados por los consumidores, como se menciona en el portal Clarin.
Sebastián Marini, especialista en producción animal del INTA Marcos Juárez, destaca que “la inclusión de semillas de lino en la dieta de los cerdos provoca cambios significativos en la composición de ácidos grasos de la grasa intramuscular y dorsal de los animales”.
Estos cambios no solo se reflejaron en la carne, sino que se preservaron en los embutidos producidos, resultando en un producto con un perfil graso mejorado y con beneficios para la salud.
Marini explica que en la investigación se pudo “observar una notable reducción en el contenido de ácidos grasos saturados, los cuales están relacionados con el aumento del riesgo de enfermedades cardiovasculares”.
Además, hubo un incremento en el contenido de ácidos grasos poliinsaturados, en particular Omega-3, reconocido por sus efectos positivos en la salud cardiovascular y la reducción de la inflamación. Este cambio fue posible gracias al alto contenido de ácido a-linolénico en las semillas de lino, un ácido graso esencial que se convierte en el organismo en ácidos grasos Omega-3.
El impacto de la inclusión de semillas de linaza en la dieta de los cerdos va más allá de la simple modificación del perfil lipídico. Según Marini, “los embutidos producidos con esta carne mejorada presentaron una mejor calidad nutracéutica y recibieron una percepción favorable por parte de los consumidores, quienes valoraron tanto el sabor como los beneficios adicionales para la salud”.
Esto posiciona a estos productos como una opción de alimentos funcionales, aquellos que, además de su valor nutritivo tradicional, aportan beneficios adicionales para la salud o ayudan a reducir el riesgo de enfermedades.
Las semillas de linaza se destacan por su alto contenido de aceite, del cual aproximadamente el 50% es ácido a-linolénico, un precursor de los ácidos grasos Omega-3. La inclusión de lino en la dieta de los cerdos permite mejorar el perfil graso de la carne, al aumentar los ácidos grasos poliinsaturados y reducir los saturados.
Esta modificación no solo impacta en la salud del consumidor, sino que también mejora la percepción del producto, alineándolo con las tendencias actuales de consumo de alimentos funcionales y saludables. (Lea en CONtexto ganadero: Qué es lo más importante en una granja de cerdos)