El país necesita que la inversión privada jalone el desarrollo del campo colombiano para que haya paz. He insistido en varios escenarios en que sin transformaciones en el territorio, no hay paz. En ese sentido, la Nación requiere tres fundamentales: investigación y desarrollo para el sector rural pero, a la vez, y de igual trascendencia, que los departamentos y municipios ejecuten sus propias rentas en función de sus ciudadanos.
Así lo manifestó José Félix Lafaurie Rivera, presidente ejecutivo de Fedegán, al participar como invitado especial en el foro “Diálogos que suman por Colombia, Empleo y Agricultura”, realizado en alianza entre la Federación Nacional de Departamentos (FND), el Diario La República, La FM y RCN radio.
Lafaurie inició su versado análisis diciendo “Si la violencia está en el campo, si buena parte de las dinámicas que hoy se ven en el país, cada vez con mayor agresividad, han hecho del campo no un escenario de generación de riqueza y bienestar, sino por el contrario, el escenario donde se encuentran todos los grupos armados que pretenden control territorial para proteger rentas ilícitas, ¿qué ha venido haciendo Colombia a lo largo de los últimos 20 o 30 años?”.
Para el dirigente en el país se tiene un discurso mal echado. “Se habla a partir de las ventajas comparativas, de que Colombia es una potencia y que podría ser una potencia agroalimentaria, etc. Uno ve que hay países que lo han hecho, Brasil por ejemplo basó su desarrollo en el sector agrícola y ganadero, pero Colombia no ha hecho nada. No hay bienes públicos, la inversión no llega y no hay crédito”.
Fue enfático en afirmar igualmente que en ese escenario la pregunta que uno se hace es ¿por qué se va a condenar a la gente joven, a que se quede en el campo, cuando no tiene ni vías, pero algo más importante, ni conectividad?
Citó el ejemplo de la alianza entre Fedegán y la Universidad del Área Andina con la que logró desarrollar cursos de tecnólogos, técnicos, y aseguró que por ser un esquema de ciclos propedéuticos va a tener profesionales. “¿Para qué? Para que la gente no salga del campo, para que la gente pueda estudiar desde el campo. Todo es muy difícil. Porque todo lo hacemos de manera absolutamente equivocada”, señaló ante el citado foro en el que lo acompañaron Didier Tavera, director ejecutivo de la FND y dirigentes del departamento de Santander como Juan Pablo Remolina Pulido, director ejecutivo de ProSantander, Jhoana Obregon gerente de Copalcol, Mauiricio Loepra, ditro de Estrategia de Refinorte, JRCavanzo de Camacol Grupo KOI y Juan Camilo Montoya Bozi, rector de la UNAB on line.
Según Lafaurie, el planteamiento de fondo es que no ha crecido la población rural, mientras que la urbana si se ha incrementado, pero se nota que buena parte de los pueblos viven del desarrollo rural. La gente se va a los pueblos porque tienen conectividad y otra serie de servicios. Pero en el fondo, esos pueblos no viven sino de la transacción de bienes y servicios con el desarrollo rural.
“Colombia es un país que le da la espalda a sus verdaderas posibilidades. Y en consecuencia, lo que tenemos es… más de lo mismo. Lo importante es tener en cuenta que la paz de Colombia pasa por el desarrollo rural”, agregó.
Desarrollo y conocimiento
Hoy es evidente que al capital humano se le prepara para cosas que eventualmente o no son funcionales o están dentro de los clústeres o simplemente no les interesa. La juventud prefiere una certificación, un título y las certificaciones las tienen on line, permanentemente y, en consecuencia, creer que hacer doctores, es la solución equivocada.
Cuando fue viceministro de Agricultura -hace más de 30 años- separó el Instituto Colombiano Agropecuario, ICA, y toda la parte de investigación y desarrollo la pasó a lo que antes se llamaba Corpoica -hoy Agrosavia-. “El propósito era que Corpoica le dijera a los diferentes sectores productivos -como lo hizo Embrapa que logró convertir el campo en el líder de la economía en Brasil- cuál es el desarrollo que le interesa para que realmente tenga impacto en la economía del campo nacional”, adujo.
Recuerdo que, en ese entonces, los americanos estaban sacando un algodón azul para los jeans y simplemente era un problema de fitomejoramiento para que la fibra tuviera un color y se le abarataba el tema del encadenamiento productivo.
“Lamentablemente -como todas las cosas en Colombia- Agrosavia y Corpoica es muy poco lo que hacen frente al inmenso reto en materia de investigación y desarrollo para el sector rural”, resaltó.
Se refirió a la conversación con el gobernador del Vichada, sobre lo que ha hecho el señor Gabriel Jaramillo, en la hacienda San José con todo lo que tiene que ver con el desarrollo de la raza nelore de ciclo corto. “Considero que es mucho más que lo que para la altillanura ha hecho Agrosavia o Corpoica. Es decir, el sector privado tiene una mayor capacidad de llegar a hacer desarrollo en el campo”, destacó.
Es importante tener en cuenta algo vital. El campesino no solamente aprende enseñándole y haciéndolo. Realmente logra absorber la tecnología comparándose. Si él no se compara con el vecino no es capaz de identificar qué tipo de buena práctica hay que incorporar en su propio desarrollo para tal fin.
Sin transformaciones no hay paz
Mire el lío de la zona del Catatumbo. Soy miembro de una delegación de paz y en mis artículos he insistido en que sin transformaciones en el territorio, no hay paz.
No se puede condenar a un campesino cuya única alternativa es sembrar coca porque además se lo imponen, si no hay bienes públicos y no hay inversión privada que sea capaz de jalonar el desarrollo.
Siento que Colombia es un país con un romanticismo medio tonto y le hace falta algo que sí tienen los países desarrollados, ser directos y prácticos en las cosas que hay que hacer.
A la penúltima moda
“Colombia siempre va a la penúltima moda”, es una frase del ex presidente López Pumarejo. Lo digo porque cuando la quinta república de Francia acabó con buena parte de las reformas de descentralizar funciones a través de entidades que iban a los territorios, Colombia las adoptó. Aquí lo que hay que tener es la capacidad, desde las regiones, de hacer las cosas.
Ojala que la Federación de Departamentos sea capaz de promover realmente un cambio de conducta, estamos aburridos del centralismo y la única manera es volver, otra vez, a que los mandatarios seccionales, departamentos y municipios, ejecuten sus propias rentas en función de sus ciudadanos.