El pasado 30 de noviembre, el presidente de los colombianos se comprometió a mejorar este aspecto. Indicó que los soldados que se dedicaban a enfrentar a la guerrilla serían trasladados para contrarrestar a las bandas criminales. 3 meses después la inseguridad sigue campante. El sector rural es sin duda uno de los más afectados por cuenta de la inseguridad que se viene apoderando nuevamente de distintos puntos de la geografía nacional. Las denuncias sobre hechos delincuenciales son cada vez más frecuentes y las autoridades se quedan cortas para controlar el problema. En ello han incidido de gran manera diversas situaciones del país y medidas tan desafortunadas como la adoptada por el Gobierno de Juan Manuel Santos de no permitir el porte de armas, ni siquiera con salvoconducto. (Lea: Anuncios del Gobierno para sector ganadero llegan tarde) A pesar de los reiterados llamados para prestarle atención al tema, de lo recurrente de los casos, de las advertencias hechas por distintos líderes regionales, el Estado ha brillado por su ausencia y hecho caso omiso a lo delicado del panorama en materia de seguridad. Una las escasas oportunidades en las que el presidente decidió hacer alusión al tema se dio el pasado 30 de noviembre, en el foro que organizó la Nueva Federación Ganadera, NFG, en el Centro de Convenciones Gonzalo Jiménez de Quesada, en Bogotá. El mandatario, que llegó una hora después de lo previsto a clausurar el evento, se comprometió a mejorar la seguridad en el campo, pues según él, con la terminación del conflicto, se podrán movilizar los soldados que antes estaban dedicados al combate con la guerrilla para luchar contra las bandas criminales. “Lo que yo les propongo es que desde ya hagamos unos planes para que con la colaboración de ustedes podamos montar unos sistemas de seguridad en las diferentes regiones y yo me ofrezco, y junto con el comandante de las Fuerzas Militares y el director de la Policía, se sienten con ustedes y conmigo y diseñemos esa estrategia que es fácil, no es difícil, que les dé tranquilidad y que ustedes puedan ser partícipes de esa política”, manifestó. 3 meses han pasado desde su intervención en aquel recinto, 90 días sin que nada en ese sentido hubiera pasado. CONtexto ganadero pudo establecer que no hay directriz alguna para la planificación de dichas estrategias. (Lea: Restricción al porte de armas no ha mejorado la seguridad rural) De hecho, según lo ha venido reportando este portal, diciembre fue uno de los meses más complicados en materia de inseguridad para quienes se encuentran en los campos de Colombia. De igual manera, los 2 primeros meses del año terminaron con el reporte de varios ganaderos extorsionados, numerosos casos de abigeato, un contrabando desbordado y el sacrificio ilegal con las cifras más altas de los últimos años. La debilidad de la justicia sigue siendo uno de los principales talones de Aquiles. Los productores temen denunciar en su mayoría por miedo a represalias, pero aquellos que se toman el tiempo de hacerlo deben ver con resignación como las personas son puestas en libertad a los pocos días. El presidente Juan Manuel Santos parece no tomarse el tema de la seguridad del sector con la suficiente seriedad, así al menos se desprende al revisar las cifras que muestran un aumento significativo de los índices criminales. A los ganaderos les dijo ese martes 30 de noviembre que se reuniría con los encargados de la Fuerza Pública, no sucedió; habló de destinar soldados a enfrentar bandas criminales, tampoco ha pasado; se comprometió a sentarse a diseñar la estrategia que permitiera retomar la confianza y eso sigue sin materializarse. (Lea: Colombia se encuentra atrapada entre el miedo y la extorsión) Los ganaderos por el contrario sienten que al Gobierno solo le ha preocupado el sector cuando se trata de deslegitimar a su gremio cúpula; lo demás ha sido favorecer a la industria, subir en lo justo el precio de la leche, ignorar las alzas desproporcionadas de los insumos, no ayudar frente a la revaluación del peso, entre tantos problemas que lo aquejan. A Santos le quedan poco menos de 2 años en el poder, tiempo que parece poco, pero que puede resultar eterno para quienes en el entretanto siguen sufriendo los rigores de un conflicto que no solo sigue vigente, sino que parece tomar nuevos bríos por cuenta de las decisiones que se toman en Bogotá. Los compromisos al final en solo eso se quedan.