Nada de inocencia hay en la propuesta de zonas de reserva campesina de las FARC.
Desde su inicio esta figura ha sido clave en la concepción de lucha revolucionaria del grupo. Ahora la quieren convertir en una bandera de agitación, reclutamiento, organización y movilización popular, además de ser un elemento clave para seguir avanzando en construir un Estado dentro del Estado. Simón Trinidad definió en el proceso con Pastrana a las FARC como un "Estado en gestación".
En una entrevista, el columnista y defensor de esa figura, Alfredo Molano, da a conocer una primicia: en los territorios que pretenden convertirse en zonas de reserva habitan 1 millón de campesinos.
¿Cuál es el juego? No sólo controlar territorios mediante una reforma constitucional que se los escriture, sino atrapar a 1 millón de campesinos que vivirían en esas zonas, donde la propiedad estaría en cabeza de la organización campesina, impuesta por el terror, el asesinato y la amenaza de las FARC.
El gobierno NO debe aceptar ese despropósito. No puede crear caguanes que suman 16 millones de hectáreas, es decir, 160.000 km cuadrados, una extensión superior a la que tiene Guatemala, Portugal o Corea.
El gobierno no puede abandonar a su suerte a 1 millón de colombianos que viven en las zonas que las FARC quieren que se le titulen. ¿En qué quedan sus derechos?
La paz no puede ser al costo de entregar el territorio. En una guerra solo los derrotados entregan territorios, no es el caso del Estado y la sociedad colombiana.