A lo largo de la historia de Colombia se han expedido una serie de normas para implementar la reforma agraria, con buenas intenciones por parte del Estado, con un factor predominante como es la propiedad de la tierra y su redistribución sin nada más y allí ha radicado el fracaso de esa política.
Así lo plantea el experto Miguel Ángel Lacouture Arévalo, en su columna de CONtexto Ganadero, donde señala que, si bien hoy la tierra sigue siendo uno de los elementos esenciales de la empresa agropecuaria, no es el más importante, ni el más costoso.
Sostiene que el problema real de la tierra en Colombia no es su redistribución, sino su improductividad, su incapacidad para generar riqueza.
“La integralidad va más allá de la legalización de la tenencia y propiedad de la tierra. Es la garantía que asegure su productividad, que sea capaz de generar riqueza, empleos, a quien tenga su tenencia o titularidad, sea por medios propios o adjudicación del Estado”, asegura Lacouture. (Lea en CONtexto ganadero: Hay que avanzar rápido con la reforma agraria y hay cómo hacerlo)
Recuerda que por la ubicación geográfica de Colombia ha sentido el impacto del cambio climático y los fenómenos de El Niño y La Niña, cada vez más frecuentes, por lo que ahora los productores no tienen certeza sobre los periodos de lluvia o de sequía, lo cual afecta la producción agropecuaria.
Por eso, dice, la empresa rural hoy es aleatoria, “llevando a que las tierras que se entreguen con base en la reforma agraria sean una carga a la población rural esperanzada en superar los más bajos niveles de pobreza”.
Mayor infraestructura
Asegura que no basta con entregar tierras con algunos programas productivos estacionales cuando no están garantizada la infraestructura básica, que asegure su productividad.
Esa infraestructura tiene que ver, por ejemplo, con riego y drenaje que garanticen agua y desecamiento de terrenos que controlan los fenómenos climáticos y, su disponibilidad para emprender proyectos productivos en cualquier época del año. (Lea en CONtexto ganadero: Básicos para el éxito de la reforma agraria integral)
A ello se suma la necesidad de vías terciarias y secundarias para llegar a tiempo a la empresa agropecuaria, y mercados con productos terminados o materias primas en las condiciones que la demanda local o global exigen. A esto se agrega la falta de programas de comercialización como agricultura por contrato y forward, antes de emprender la empresa agropecuaria, no salir a los mercados a buscar quien compre.
También se requieren programas de acceso al crédito y financiación con tasas favorables o subsidiadas que permita ser competitivos en los mercados.
Concluye indicando que insistir en repartir tierras, como base de la reforma agraria, a la población campesina como solución a la pobreza rural es populismo puro y duro; es el camino corto al fracaso de las políticas en esta materia.
“El Estado antes de iniciar el proceso de redistribuir tierras, debe garantizar la infraestructura básica productiva, para así entonces emprender la legalización, compra y distribución de la tierra como insumo del desarrollo rural”, finaliza.