Para los ganaderos, el escenario natural para discutir la política pública es el Congreso de la República.
“No recuerdo a cuántos foros sobre tierras y desarrollo rural he asistido en los últimos años. En ellos no ha estado la guerrilla, por supuesto, pero sí la izquierda democrática, que es lo mismo en cuanto a la oposición ideológica sobre el tema. Y todos, indefectiblemente, han iniciado con la generalización, la estigmatización y el ataque altisonante a los ganaderos, en medio de un ambiente que no es de argumentos, sino de verdaderas encerronas con tufillo a lucha de clases. No veo que esto pueda cambiar sustancialmente en el Foro de Política Agraria a que están invitando en la Universidad Nacional”, señaló el presidente de Fedegán, José Felix Lafaurie.
En principio, en cuanto al desarrollo rural, Fédegán considera que la política agraria debe estar orientada al mercado global y permitirle a Colombia, no solo participar de la oferta alimentaria mundial y del mercado de los biocombustibles, sino hacerlo en condiciones de competitividad y atendiendo los retos ambientales. Esto significa altos niveles de capital y el fomento de la producción agropecuaria empresarial con altas escalas de producción. “Esto es un imposible categórico para la guerrilla”, advirtió Lafaurie.
“El tema de la tierra es todavía más crítico. La mesa propuesta -y la negociación misma de La Habana- están reabriendo la vieja lucha entre campesinos sin tierra y empresarios. Flaco favor a la precaria paz rural y una contribución a la fractura del tejido social en el campo. Estamos volviendo al siglo pasado y a una reforma agraria que, por los resultados, en nada ayudó a disminuir la pobreza rural. La guerrilla nos quiso expropiar a bala durante medio siglo, y ahora pretende hacerlo en una mesa de negociaciones”.
“De hecho, en términos de redistribución de tierras y de equidad -reconoció el presidente de Fedegán- tanto este gobierno como el anterior dieron pasos gigantescos; el actual con el componente de Restitución de Tierras de la Ley 1448 de 2011, y el anterior con la Ley de Extinción de Dominio. Si a través de estos dos instrumentos de política le quitan la tierra a los despojadores -la guerrilla entre ellos- para devolvérsela a sus legítimos propietarios, ya esto equivale a una gran reforma agraria, a la que le queda faltando lo que le faltó a la anterior, es decir, las condiciones para convertir la tierra en verdadero factor de disminución de pobreza”.
“En resumen -enfatizó el dirigente ganadero- somos escépticos del resultado del foro. No le vemos utilidad. Pero además, consideramos que el espacio de discusión de la política pública, aún para este tipo de audiencias, es el Congreso de la República. Adicionalmente, lo primero que hay que sincerar son las cifras. El Ministerio de Agricultura no solo ha advertido que la restitución no es negociable, sino que ha tasado en 800.000 hectáreas el despojo de la guerrilla, lo que sumado al de paramilitares y narcotraficantes representa, como ya lo dije, una gran reforma agraria.
Lafaurie concluyó advirtiendo que “de las declaraciones del Ministro de Agricultura sobre la falta de certeza en las cifras, inclusive de baldíos propiedad de la Nación, se impone la necesidad urgente del Censo Agropecuario, al cual, antes que quitarle recursos toca inyectarle adicionales. Solo así se podrá diseñar una política pública con datos ciertos y posibilidades de impacto”