El collar que mide a cada uno de los semovientes fue fundamental en el cambio, no solo permitió que la explotación incrementara la producción de leche sino que gracias a eso se logró un ingreso adicional por la venta de novillas recién nacidas. El rancho La Virgen está ubicado en el centro de Querétaro, en una población conocida como Tequisquiapan. El predio fue fundado por un italiano de apellido Schievenini en 1880. Hoy su bisnieto es quien está al frente de la ganadería, la cual funciona bajo un sistema intensivo y estabulado, allí tienen 250 vacas en ordeño de la raza Holstein. Aunque la familia siempre ha utilizado tecnología en la explotación, recientemente su uso ha sido exponencial. El abuelo, el padre y el dueño actual han sido amigos de los cambios, por eso han aplicado nuevas tecnologías en favor de la producción bovina. (Lea: México, país libre de las enfermedades más importantes de bovinos) El predio introdujo la tecnología que ofrece SCR Diary, un monitoreo permanente de los animales. Para la empresa de origen israelí cada una de las vacas cuenta, por eso pretenden que la unidad productiva no tenga curvas de pérdidas, eso se logra a través de un collar que está conectado a una antena en donde se recibe un reporte permanente de cada animal. “Ese dispositivo nos informa la rumia de la vaca, su actividad o movimiento diario y producción de leche. Eso se agrupa y permite evaluar el desempeño individual de la res, un comparativo con el resto de semovientes e incluso categorizarla en preñadas o secas. Al tener eso claro, el ganadero solo debe echarle un vistazo a su teléfono celular y mirar cuál animal está buenas condiciones o no”, argumentó Héctor Muñoz García, doctor en medicina veterinaria y representante de SCR Diary para México. (Lea: Colombia y México comparten análisis de riesgos agrícolas y pecuarios) Una de las ventajas que ofrece el collar es que está diseñado para la mano de obra que está en permanente contacto con los animales, es decir, el trabajador con la educación más básica. Eso permite que el vaquero tenga la capacidad de analizar los datos que reciben en una pantalla y revisar rápidamente aquellas vacas que están enfermas o próximas al celo. Ante de introducir el collar, Armando Schievenini, dueño del rancho, indicó que el principal inconveniente en su predio es que no se sabía el momento exacto en el que las vacas estaban en celo, por lo que muchas veces no se inseminaban o se creía que eran hembras secas que no tenían un ciclo reproductivo correcto. Pero una vez las revisaba el veterinario el dictamen era totalmente distinto. Al detectar esos fallos y al empezar a usar el dispositivo, la empresa dejó de inseminar 5 vacas diarias y la cifra empezó a crecer exponencialmente. Incluso actualmente está aplicando semen sexado en reses de primera, segunda y tercera lactancia con muy buenos resultados, a tal punto que el hato ha crecido significativamente y de esa forma encontró otra fuente de ingreso. (Lea: México sería el onceavo productor de alimentos antes de concluir 2018) “Ya estamos haciendo una evaluación a las hembras que vienen en camino para saber desde que apenas nacen cuáles son las que debo vender y las que tienen que quedarse en la finca”, reveló el ganadero. La hacienda no produce la comida que ingieren los semovientes, un nutricionista elabora la dieta de acuerdo a los requerimientos de los bovinos. El concentrado está elaborado a base de maíz, canola, soya, algodón y minerales; mientras que el forraje es de maíz o paja de cebada, con esa alimentación el promedio productivo es de 34 litros por vaca en 2 ordeños.