El uso de inseminación artificial en bovinos está creciendo en Uruguay entre un 10% y un 15% todos los años, señalaron veterinarios y especialistas en entrevista con El País. El uso de esta herramienta está focalizado en vaquillonas o vacas de primera cría, agregaron.
La mayor apuesta, relacionada con inseminación artificial, también se refleja en las notables ventas de semen bovino que los ‘charrúas’ importan, lo cual focaliza la demanda en toros con índices de bajos pesos al nacer.
El bajo nivel de mano de obra en el campo genera cada vez menos personal dedicado a controlar los partos y por otro lado, los ganaderos apuntan a asegurarse el ternero ahora que vale mucho.
"Estimo que la inseminación artificial se utilizará más todavía en Uruguay. El cuello de botella que existe hoy es la disponibilidad de buenos inseminadores", dijo a El País el ingeniero Pablo Barreto, principal en Uruguay de la empresa Selecta.
Hay menos gente trabajando porque la demanda de técnicos ha bajado y además éstos se fueron a trabajar a otros rubros como forestación y agricultura.
"La gente está valorizando mucho la inseminación porque está mentalizada en producir más y mejores terneros. Creo que estos últimos dos años, el productor se preocupa por producir mejores terneros para aprovechar las oportunidades de mercado", admite Barreto.