De acuerdo con María Helena Semedo, Directora General Adjunta de la FAO para Clima y Recursos Naturales, en su intervención en la Cumbre Mundial de Bioeconomía que se realizó los días 19 y 20 de abril en Berlín, la bioeconomía puede ser de gran ayuda en los esfuerzos frente a problemas mundiales apremiantes como el hambre, la pobreza y el cambio climático “si se hace bien y sobre todo con y para los agricultores familiares”. Una bioeconomía sostenible “se basa ante todo en la naturaleza y las personas que cuidan y producen biomasa”. Esto significa los agricultores familiares, los habitantes de los bosques y los pescadores, que son a la vez, “poseedores de valiosos conocimientos sobre cómo gestionar los recursos naturales de manera sostenible”. La bioeconomía sostenible tiene en cuenta tres aspectos: * El uso de biomasa renovable y bioprocesos eficientes para lograr una producción sostenible; * El uso de tecnologías habilitantes y convergentes, incluida la biotecnología; * Integración entre aplicaciones tales como agricultura, salud e industria.
Su naturaleza transversal ofrece una oportunidad única para abordar de manera integral desafíos sociales interconectados, como la seguridad alimentaria, la dependencia de los recursos fósiles, la escasez de recursos naturales y el cambio climático, al tiempo que consigue un desarrollo económico sostenible. “Debemos fomentar los esfuerzos coordinados a nivel internacional y garantizar la participación de las múltiples partes interesadas a nivel local, nacional y mundial”, añadió, señalando que esto requiere objetivos cuantificables, medios para cumplirlos y formas de medir el progreso que resulten rentables. La innovación: un papel clave La bioeconomía alude a una economía que usa biomasa en lugar de recursos fósiles para producir alimentos y bienes no alimentarios, como bioplásticos y productos biofarmacéuticos. Semedo explicó que la innovación desempeña un papel clave en estos sectores “bio”, por lo que debemos asegurarnos de que todo el conocimiento -tradicional y nuevo-, se comparte y respalda por igual, Seguridad alimentaria y cambio climático Los estudios más recientes muestran que alrededor de 815 millones de personas en el mundo todavía padecen subalimentacion crónica, pero produciéndose suficientes alimentos para las necesidades del planeta, el problema suele ser la falta de acceso. “La bioeconomía puede mejorar el acceso a los alimentos, por ejemplo, mediante los ingresos adicionales derivados de la venta de productos biológicos”, indicó Semedo. También subrayó la contribución potencial de la bioeconomía a los esfuerzos mundiales para abordar el cambio climático, aunque advirtió en contra de una excesiva simplificación. “El hecho de que un producto sea bio –dijo– no significa que sea bueno para el cambio climático, depende de cómo se produce, y en particular de cuanta y qué tipo de energía se usa en el proceso”. La FAO y la bioeconomía La Directora General Adjunta recordó que la FAO cuenta con una larga y amplia experiencia en el apoyo a los agricultores familiares y otros pequeños productores y empresas de biomasa. Semedo, quien se reunió con ocasión de la Cumbre con la nueva ministra alemana de Alimentación y Agricultura, Julia Kloeckner, explicó cómo con el apoyo de Alemania, la FAO, -junto con un grupo de trabajo multisectorial internacional sobre bioeconomía sostenible- se encuentra desarrollando actualmente directrices para una bioeconomía sostenible. Como aportación a este proceso, ya se han identificado alrededor de 25 casos de todo el mundo que sirven como ejemplos exitosos de bioeconomía para desarrollar buenas prácticas. Entre estos ejemplos figura un grupo de mujeres pescadoras en Zanzíbar que produce cosméticos a partir de algas, abriendo un mercado completamente nuevo con productos de nicho de gran demanda. O Malasia, donde un programa gubernamental apoya la bioeconomía de tipo comunitario, o también Colombia, donde una comunidad ha participado en un proyecto que transforma pieles de piña en envases biodegradables y miel en jalea real.