Combatir el calentamiento global necesariamente requerirá impuestos a las emisiones de carbono o establecer un precio a la contaminación de carbono, dijo la presidenta ejecutiva del Banco Mundial, en una reunión del G7 sobre el medio ambiente en Canadá. "Creemos firmemente que podemos enviar una señal económica al introducir un precio virtual para el carbono", dijo Kristalina Georgieva a la AFP, refiriéndose a un método de cálculo de un precio por tonelada de carbono que incluye los costos sociales de la contaminación. "Somos la última generación que puede hacer algo para combatir el cambio climático, pero también somos la primera generación que tiene que vivir con sus consecuencias", dijo. "Hay un consenso entre los científicos y economistas en que el precio del carbono es la mejor forma de enviar una señal a las economías de que el comportamiento tiene que cambiar". Según el Institute for Climate Economics, 46 países y 26 gobiernos locales han establecido una política de fijación de precios del carbono a partir del 1 de abril, ya sea utilizando un impuesto al carbono o un mercado del carbono en el que se establecen cuotas para las grandes contaminadoras, que luego tienen la opción de comprar o vender créditos de otras compañías. Estas políticas agregaron USD 30 mil millones a las arcas gubernamentales, con precios por tonelada que van de uno a USD 133. Pero según la OCDE, el monto que se cobra es insuficiente para cumplir con los objetivos climáticos. El Banco Mundial está "haciendo todos los esfuerzos importantes para integrar la acción climática en todas nuestras políticas crediticias", comentó Georgieva. Una semana después de que el secretario general de Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtiera que el mundo tenía solo dos años para evitar las desastrosas consecuencias del cambio climático, Georgieva se unió al llamado a las armas diciendo que era "crítico" que las naciones tomaran acciones ahora. La reunión de las siete naciones más industrializadas del mundo, junto con la Unión Europea en la ciudad portuaria canadiense de Halifax, también está buscando adoptar nuevas reglas internacionales para evitar que los plásticos se acumulen en los océanos del mundo.