La Estación Experimental Cuenca del Salado del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria, INTA, en Argentina, acaba de publicar los resultados de un estudio hecho con leguminosas y su efecto en el engorde vacuno.
Las pruebas se hicieron con el lotus tenuis, leguminosa tolerante a suelos de baja fertilidad y pH elevado, que se adapta a zonas marginales en clima templado, y que por su calidad se puede utilizar como forraje en engorde vacuno durante época de sequía.
El estudio argentino reveló que “en el comportamiento digestivo la actividad de pastoreo fue mayor en el lote que consumía solo la pastura de lotus. Las ganancias diarias de peso fueron superiores en el comienzo del estudio para el lote de animales suplementados”.
Es así como reconocer si un hato ganadero está alimentado de manera correcta encierra más que una dieta rica en pastos. Según Héctor José Anzola Vásquez, coordinador de Investigación y Desarrollo de la Federación Colombiana de Ganaderos y el Fondo Nacional de Ganado, Fedegán-FNG, porque cuando se habla de alimentación vacuna también se deben tener en cuenta el agua, la sal y el sol. (Lea: Un buen manejo de pasturas optimiza el uso del agua)
Al profundizar en pastos se encuentra que se dividen engramíneas y leguminosas, siendo las primeras las que cubren entre el 90 y 95 % de espacio de hectárea cultivada y las segundas solo el 5 o 10 %.
Las leguminosas nativas, según Anzola, son fumigadas o rechazadas por los ganaderos colombianos y deberían ser aprovechadas, mucho más si se sabe que las gramíneas las opacan.
Entre las leguminosas nativas más rechazadas están las estilosanthes, araquis, maní forrajero y clitoria que se hallan en el trópico medio y bajo, y el trébol en las zonas altas del país. Incluso pasa con el maní forrajero, el cual por su forma de zapatilla de mujer de color amarillo, se utiliza más en decoración. (Lea: Renovación de pasturas degradadas en suelos ácidos de América tropical)
Ante eso, Anzola consideró importante que el ganadero reconozca el valor nutricional de las leguminosas nativas, porque no son “malezas, sino buenazas”. Aunque no quiere decir que se deban dejar de lado las gramíneas. Por el contrario, la combinación de ambos pastos proporciona una dieta balanceada para el bovino.
El coordinador de Investigación y Desarrollo de Fedegán-FNG señaló que la medida a tener en cuenta en fincas ganaderas es de 70 % gramíneas y 30 % leguminosas.
Así está el valor nutritivo
Entre los nutrientes que necesitan los vacunos está la masa seca que se encuentra en las gramíneas en más cantidad que en las leguminosas; al igual que la energía está presente en más proporción en las gramíneas.
Las vitaminas, por su parte, están presentes en más proporción en las leguminosas, mientras que los minerales son aceptables en las gramíneas y altos en las leguminosas.
La proteína también es aceptable en las gramíneas, mientras que está en más cantidad en las leguminosas. (Lea: Manejo sustentable de pasturas cultivadas y forrajes conservados)
No obstante, la condición de trópico de Colombia hace que haya biodiversidad en los suelos altos, medios y altos en los que abundan los pastos. “Somos ricos en leguminosas nativas (…) hay que protegerlas”, enfatizó Anzola.