La situación de la COVID-19 " nos debe enseñar a dar más importancia a la cadena de valor y a poner en el centro a las personas: ganaderos, agricultores, empleados, proveedores…", señaló el director general de la empresa Martiko, Joseba Martikorena.
En el webinar “La industria alimentaria ante el escenario post-COVID-19”, organizado por el Centro Nacional de Tecnología y Seguridad Alimentaria (CNTA), de España, se planteó que esta crisis ha reorganizado las prioridades, y por ello la alimentación estará más enfocada hacia la salud.
Los participantes consideraron que la proteína vegetal cuenta con grandes inversiones y que, pese a que quizá se frene un poco su aceleración, tendrá peso y convivirá con la animal, ofreciendo por tanto productos complementarios. (Lea: Impactos y mitigación de la COVID-19 en ganadería según CIAT)
Así mismo, el consumidor analizará quién hay detrás del producto que consume, apostando por empresas con las que comparta valores
Según Martikorena, también ha quedado claro que la seguridad alimentaria es "capital", y por eso el consumidor valorará más "la trazabilidad y la transparencia de las compañías. Miraremos la salud, sí, pero también habrá hueco para productos originales y para aquellos que nos aporten placer", ha recalcado.
El director general de Goikoa, Alberto Jiménez, manifestó que "a partir de ahora, tal y como lo estamos demostrando en estos momentos, necesitaremos que las empresas seamos más flexibles. Vislumbró que la digitalización será importante como herramienta comercial y de comunicación, que cogerá fuerza el formato de libre servicio y que el consumidor apostará por productos de cercanía y por marcas que les inspiren confianza".
De acuerdo con lo expuesto por Jiménez serán relevantes el ecommerce y la apuesta por productos asequibles. "Creo, además, que habrá un repunte de los productos de libre servicio y de los envasados, en los que el plástico seguirá siendo importante", dijo. (Lea: Así sería el efecto del COVID-19 para el agro)
A su vez, el director general de Capsa Food (grupo de empresas del sector lácteo), José Armando Tellado, indicó que “no debemos hablar de un escenario post-COVID-19, porque consideramos que este virus ha llegado para quedarse. Por eso, nuestra intención es seguir trabajando de manera permanente aplicando las medidas que hemos incorporado durante esta crisis, entre ellas respetar la distancia entre trabajadores".
Añadió que esta crisis ha reorganizado las prioridades, y por ello la alimentación estará más enfocada hacia la salud. "En este punto, creemos que vamos hacia la alimentación personalizada y, sin duda, la automatización de las plantas de producción nos permitirá adaptarnos a las necesidades de colectivos especiales".
Por su parte, el director general de CNTA, Héctor Barbarin, presentó cuatro tendencias que el centro, en su rastreo de la actualidad del sector a nivel mundial, ha identificado. (Lea: 5 efectos del COVID-19 en la economía de América Latina)
La primera tiene que ver con una mayor preocupación por dietas que tengan un impacto en la salud: hay un incremento notable de búsqueda de alimentos funcionales, alimentos que ayuden a reforzar el sistema inmunitario… Surge el concepto 'food for immunity'.
La segunda se relaciona con las proteínas vegetales o las alternativas a productos de origen animal, en la encrucijada: en un escenario de compra más racional y con un mayor criterio económico, se intuye que el consumo de este tipo de productos puede sufrir un frenazo en su crecimiento, sobre todo en el segmento del consumidor flexitariano y de más edad.
En tercer lugar está el ecommerce donde las cadenas de distribución se unen con empresas fuertes del delivery para dar respuesta a la demanda y fabricantes y distribuidores comienzan a repartir directamente al hogar, ya que es la única manera de algunos para subsistir.
Por último mencionó la sostenibilidad que seguirá siendo uno de los factores de consumo. “Seremos conscientes de que cada acto de consumo tiene unas consecuencias en su entorno. El coste de lo que consumimos no se reduce solo a lo que comemos. Además, el plástico, denostado hace un mes, de repente se convierte en garantía de seguridad para el consumidor”.