Hace un año, el Gobierno de India reportó que un brote de la dermatosis nodular contagiosa acabó con más de 67 mil cabezas de ganado entre julio y septiembre de 2022. Al cierre de ese año, las muertes en el ganado ascendían a más de 155 mil animales, según Outlook India.
De otro lado, el Departamento de Servicios Ganaderos de Nepal informó que en ese país la enfermedad ha cobrado la vida de más de 50 mil vacunos a lo largo de 2023, como reportó Kathmandu Post, mientras que más de un millón de ejemplares están contagiados.
La enfermedad se identificó por primera vez en Zambia en 1929. Se transmite a través de las picaduras de portadores como mosquitos, gusanos, gorgojos y otros insectos que se alimentan de sangre animal. Los animales infectados pueden transmitir el virus a animales sanos mediante el contacto físico.
Con una tasa de mortalidad de 3,8 %, las pérdidas económicas son elevadas. Según el Dr. Manoj Kumar Shahi, portavoz del Consejo Veterinario de Nepal, «si esta enfermedad no se trata y controla a tiempo, parece que aproximadamente 2.526.000 animales se infectarán, 100.000 animales morirán y habrá una pérdida económica de unos 947,6 millones de dólares».
¿Amenaza para Australia?
A principios de agosto de este año, Indonesia suspendió las importaciones de ganado en pie de Australia tras detectar LSD en 13 bovinos procedentes de la industria ganadera del norte de ese país. (Lea en CONtexto ganadero: Indonesia suspende importaciones de ganado de Australia tras hallar DNC)
Aunque el Gobierno australiano ha sostenido que su territorio es libre de la enfermedad y que el contagio pudo haberse dado al arribar los animales a las costas indonesias, se han planteado dudas sobre qué tan bien equipada está Australia para hacer frente a una incursión de enfermedades del ganado.
El comercio entre ambos países se ha restablecido poco a poco pero persisten las dudas entre los expertos y ganaderos sobre la capacidad de Australia de hacer frente a un brote de LSD si llega a presentarse. Un temor similar vivieron los productores debido al brote de fiebre aftosa en Indonesia el año pasado.
En aquel entonces, se implementaron medidas de bioseguridad similares a las de la pandemia, como tapetes desinfectantes y refuerzo de vigilancia, para evitar que rastros del virus de aftosa llegara en las suelas de los zapatos u otros objetos desde Indonesia, uno de los principales destinos turísticos de los australianos.
Para el médico veterinario Campbell Costello, el país oceánico debería contar con un banco de vacunas propio y un plan que debería comunicarse a la industria y a los veterinarios. (Lea en CONtexto ganadero: Fiebre aftosa y dermatosis nodular contagiosa causan estragos en ganaderías en el mundo)
Sin embargo, Australia no cuenta aún con este banco de vacunas para combatir una futura incursión de LSD y no tiene planes de crear uno, según la respuesta del gobierno federal al último informe de bioseguridad. El problema, según David Foote, presidente de Cattle Australia, es la vigencia de la vacuna.
«El desafío de tener un banco, ya sea de 500.000 o un millón de dosis, es que esa vacuna caduca en 18 meses; es un gasto enorme tener que rotar ese banco dentro y fuera para mantenerse al día», anotó.
Y ante la opción de vacunar antes de que ocurra un brote se debe a las normas comerciales, como lo explicó Foote: «En el momento en que vacunamos al primer animal en Australia, perdemos nuestro acceso al mercado de aquellos países que excluyen la carne o los animales procedentes de países con enfermedades de la piel grumosa».