Una colaboración internacional de expertos publicó una serie de análisis donde concluyen que la recomendación de reducir la ingesta de carne vacuna y porcina no está respaldada por una buena evidencia científica. En cambio, sugiere que los adultos sigan comiendo las mismas cantidades.
A finales de octubre de 2015, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC por sus siglas en inglés), dependiente de la Organización Mundial de la Salud (OMS) advirtió que el consumo excesivo de carnes es potencialmente cancerígeno.
Hoy, casi 4 años después, un panel de científicos de varias regiones concluyó que los adultos deben continuar su consumo actual de carnes rojas, tanto procesadas como no procesadas. (Lea: “No coma cuento, coma carne”, mensaje de Fedegán tras anuncio de OMS)
En el metaanálisis publicado en ‘Annals of Internal Medicine’, los investigadores argumentan que las guías que recomiendan disminuir su ingesta están fundamentadas en una “evidencia de baja certeza”. De hecho, si hay beneficios para la salud en bajar el consumo, estos serían escasos.
“La certeza de la evidencia de estas reducciones de riesgo fue de baja a muy baja”, aseguró para el New York Times Bradley Johnston, un epidemiólogo de la Universidad Dalhousie en Canadá y líder del grupo que publicó esta investigación, que tiene un “altísimo nivel de rigor” según El Tiempo.
Este estudio sostiene que las directrices dietéticas contemporáneas que han señalado a las carnes rojas como causantes de cáncer “están basadas principalmente en estudios observacionales que tienen riesgo de confusión”. (Blog: Harvard derrotó al veganismo: ¿por qué la carne es esencial?)
Añaden que no se pueden hacer inferencias de causa-efecto ni dimensionar la magnitud absoluta de los posibles efectos de la carne, por lo cual estos nuevos análisis, que están entre los más extensos jamás realizados, pueden influir en las recomendaciones dietéticas en el futuro.
Los hallazgos
Durante 3 años, un grupo de 14 investigadores en 7 países, junto con 3 representantes de comunidades, realizaron el metaanálisis dirigidos por Johnston sin financiamiento externo. En 3 revisiones, el grupo revisó estudios que preguntaban si comer carne o procesada aumentaba el riesgo de enfermedad cardiovascular o cáncer.
Examinaron 61 artículos de 55 poblaciones con más de 4 millones de participantes, así como también pruebas aleatorias que conectaban el consumo de carne roja con el cáncer y enfermedades del corazón. (Lea: Informe sobre cáncer no es llamado a dejar de consumir carnes: OMS)
En cada estudio, los científicos concluyeron que los vínculos entre comer carne y enfermedad y muerte eran pequeños, y la calidad de la evidencia era baja a muy baja. Aunque esto no significaba que estos vínculos no existan, es poco probable que el consumo de carne sea un factor causal de resultados adversos para la salud.
El debate está abierto
Desde ya, el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la OMS, la Sociedad Americana del Corazón, la Sociedad Americana del Cáncer y la Escuela de Salud Pública de la Universidad de Harvard y otras entidades de salud pública se han opuesto a estos hallazgos.
La Escuela de Salud Pública de Harvard manifestó que las recomendaciones de este estudio “son contradictorias con la gran cantidad de evidencia que se ha recolectado a lo largo de varias décadas y que asocia el consumo de carnes rojas con la aparición de males como el cáncer y la diabetes”.
Otros expertos consideraron la publicación como “lamentable” porque seguir estas pautas “puede dañar la salud de las personas, la salud pública y la del planeta, así como la credibilidad de la ciencia, la nutrición y erosionar la confianza pública en la investigación científica”.
Por su parte, expertos consultados por The New York Times aseguraron que estos hallazgos deben abrir el debate para reconsiderar cómo se realiza la investigación nutricional y si los resultados deberían ayudar a informar las decisiones de cada individuo.