El fuego, que estalló el 26 de febrero, ha consumido más de 435.000 hectáreas y se propaga a una velocidad alarmante de aproximadamente 150 campos de fútbol por minuto, afectando ya 12.700 hectáreas en Oklahoma. Las imágenes desgarradoras muestran manadas de ganado huyendo del desastre y cuerpos de animales esparcidos por el suelo, víctimas de las llamas que avanzan sin piedad.

Rancheros, desesperados por salvar a sus animales, se vieron obligados a cortar vallas y evacuar, dejando atrás la vida que habían construido. Katlyn Butler, cuyo esposo trabaja en Turkey Track Ranch, compartió su angustia al Daily Mail: «Hemos perdido ganado. No estamos seguros de cuántos están vivos y cuántos no».

La falta de tiempo para evacuar ha llevado a una tragedia adicional para los ganaderos, que ahora enfrentan la pérdida de sus animales y sus medios de vida. (Lea en CONtexto ganadero: Más de 18 000 vacas mueren por explosión de granja en Texas)

El impacto del Smokehouse Creek Fire no se limita solo a la comunidad ganadera. Las evacuaciones forzadas, los cortes de energía y el cierre temporal de una instalación de armas nucleares han sumido a la región en el caos. El gobernador republicano Greg Abbott ha declarado un estado de desastre en 60 condados en respuesta a la magnitud de los incendios.

El Departamento de Agricultura de Texas (TDA) ha confirmado la pérdida de al menos 3.600 cabezas de ganado bovino, y las autoridades advierten que esta cifra podría duplicarse o triplicarse en los próximos días. Por su parte, Andy Holloway, agente de Extensión Agrícola del condado de Hemphill, aseguró en CNN que en el condado de Hemphill se han quemado 162.000 hectáreas, dejando decenas de casas destruidas y miles de cabezas de ganado muertas.

Este impacto devastador es particularmente significativo dado que el hato bovino de Texas, el más grande a nivel nacional con 11 millones de cabezas, se concentra en un 85 % en la región del Panhandle, la región más afectada por la voraz conflagración.

El comisionado del TDA, Sid Miller, destacó la magnitud del desastre y la dificultad para cuantificar el daño total, ya que algunos animales son sometidos a eutanasia debido a las graves heridas sufridas. A pesar de los esfuerzos de algunos ganaderos para permitir que sus animales escapen cortando sus propias cercas, la devastación es innegable.

La solidaridad también ha surgido en medio de la tragedia. Algunos productores agroalimentarios no afectados por el fuego han donado dinero y prestado vehículos para transportar los cadáveres de animales a lugares adecuados para su disposición. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Cómo combate la raza de ganado maronesa los incendios forestales en Portugal?)

Además de la pérdida de vidas y ganado, el incendio ha dejado a miles de ganaderos con desafíos monumentales. Aunque gran parte del ganado se encuentra en corrales y granjas no afectadas, vastas áreas de pastizales esenciales para la alimentación del ganado han quedado devastadas. La escasez de pasto y agua plantea la posibilidad de trasladar el ganado a través de las fronteras estatales, una medida desesperada para muchos ganaderos.

El incendio de Smokehouse Creek se produce en un contexto de cambio climático, con temperaturas en aumento y humedad en descenso en la región del Panhandle, según informes de la oficina del climatólogo estatal. Con el fuego aún activo y condiciones meteorológicas adversas en el horizonte, Texas se prepara para una lucha prolongada y difícil contra este incendio colosal, marcando un sombrío récord en la historia del estado.