La ganadería extensiva española es más importante en la nueva Política Agraria Común 2021-2027 por su función de conservación medioambiental que por el servicio que presta como proveedora de alimento para la población.
Así lo señala un informe de la Fundación Savia, FEDEHESA y la Cátedra de Ganadería Ecológica-Ecovalia, de la Universidad de Córdoba, donde se indica que “si consideramos a la ganadería extensiva como un arte, su obra maestra es la dehesa” (terreno extenso generalmente acotado y dedicado al pasto del ganado).
Allí también se indica que el más importante cambio que tiene que realizar el sector de la ganadería extensiva española es considerar a los animales no solo como máquinas productoras de alimentos, sino manejarlos como herramientas o instrumentos de conservación de ecosistemas sanos y equilibrados. (Lea: El futuro de la ganadería extensiva desde la óptica española)
“En este sentido la ayuda a la renta (pagos directos) que reciban los ganaderos de extensivo tienen que descansar, básicamente, en un pago compensatorio justo por hectárea pastoreable que es la unidad de medida agraria por la que se va a valorar su función social en esta nueva PAC de fuerte componente medioambiental”, señala el documento.
En este contexto, dice, es urgente e inaplazable la separación conceptual administrativa de la ganadería extensiva y la intensiva ya que “se trata de dos subsectores muy distintos y diferenciados dentro de la ganadería, en la que la extensividad es actualmente una solución social y medioambiental, y la intensividad está provocando cada día más rechazo social debido a los graves problemas, de este tipo, que implica su desarrollo”.
En la actualidad, dice el informe, está demostrado que la ganadería intensiva crea serios problemas ambientales, mientras que la extensiva ofrece soluciones regenerativas en el medio natural ya que descontamina, con repercusiones muy positivas también para la protección del bienestar de los animales como para la consecución de las bases de una buena salud pública.
Estas importantes diferencias se sustentan en hechos tan significativos como la genética del ganado empleado (razas autóctonas o extranjeras), la alimentación usada (piensos, concentrados o pastos), en las condiciones medioambientales de bienestar en el que se encuentran los animales (encerrados o en libertad), y, en el manejo integral o trato diario dado al ganado. (Lea: Francia sacude la Política Agrícola Común)
En los momentos actuales, la ganadería extensiva debe ser para España una solución medioambiental, además de una atractiva forma de generar riqueza en los terrenos abandonados y de recuperar población en zonas despobladas.
Sostiene el trabajo que la superficie de pastoreo en España superaba los 23 millones de hectáreas cuando entró a la Comunidad Económica Europea y se empezó a aplicar la PAC. En estos momentos, solo se le reconoce en Bruselas 5,9 millones de hectáreas (Pastos Permanentes).
“Durante este periodo de tiempo (1987-2019), se ha ido renunciando al aprovechamiento de los pastos en 17 millones de hectáreas, lo que supone, todos los años, un dispendio económico superior a los mil millones de euros, valorando las pérdidas al precio que hoy tiene en el mercado la unidad alimenticia para el ganado”.
“La administración española tiene el deber y la oportunidad de transmitir a la sociedad lo mucho que significa la ganadería extensiva y los pastos para España desde el punto de vista social, económico y medioambiental, y también tiene la necesidad de defenderla en la negociación que actualmente se está llevando a cabo sobre la nueva PAC (2021-2027)”, señala el documento. (Lea: En España los agricultores ponen deberes al futuro Gobierno frente a la PAC)
Concluye el informe indicando que “estamos convencidos que el futuro de la PAC debe ir encaminado hacia una Ayuda Básica (por hectárea) a repartir entre todos los productores (tasa plana), que debe abarcar el 60 % del total de los pagos directos. El resto de los pagos directos debe distribuirse en razón del grado de merecimiento de los productores por el esfuerzo que hagan para conseguir los objetivos medioambientales previstos en la PAC y en el Pacto Verde Europeo, en donde tienen que estar presentes los ecoesquemas con carácter voluntario”.
Sostiene que “está científicamente demostrado que los ecosistemas de pastoreo son elementos claves y esenciales para revertir la pérdida de biodiversidad, detener el cambio climático y prevenir futuras pandemias, ya que su abandono y degradación aumenta el riesgo de aparición de enfermedades zoonóticas (OMS, OIE y FAO) que acaban con la vida de las personas, destrozan la economía y alteran todas las esferas de la sociedad (COVID-19)”.