Las vacas que deambulan por las calles y los grupos de “vigilantes” extremistas que matan a los sospechosos de comercializar carne bovina son 2 de las problemáticas más graves que está viviendo en el segundo país más poblado del mundo, y que se intensifican con el paso del tiempo.
Ambas situaciones se derivan del carácter sagrado que tienen estos animales en la religión hindú, con la cual se identifica el 80 % de los más 1.300 millones de habitantes en India. Para ellos, la hembra bovina es venerada como fuente de alimento y símbolo de vida, y nunca debe ser sacrificada.
En la antigüedad, las bovinas productoras de leche no podían ser tocadas, e incluso se les ha dado el título de madre. Los practicantes del hinduismo consideran que sacrificar una vaca es tan aberrante como matar a una madre. (Reportaje: La impresionante raza bovina Ankole-Watusi)
Por esta razón, cuando las hembras bovinas dejan de ser productivas y sus propietarios no tienen cómo mantenerlas, hoy en día optan por liberarlas y dejarlas vagar por las calles, pues no resulta rentable alimentar un animal del cual solo se puede aprovechar el estiércol y la orina.
Hay más de 5,2 millones de vacunas deambulando por las calles de las principales ciudades, bloqueando el tráfico en pueblos o destrozando cultivos. Si bien se han dispuesto 1.800 refugios para resguardar a estos animales, muchos ya rebosan su capacidad y no pueden alimentarlos.
Antes, gran parte de las 3 millones de vacas indias que cada año se volvían improductivas terminaban en mataderos musulmanes, o exportadas a Bangladesh, pero esto cambió en los últimos años. (Crónica: ¿Qué es más importante en la India: una mujer o una vaca?)
Los vigilantes de vacas
Esto empezó a cambiar con la elección de Narendra Modi como primer ministro en 2014 (y recientemente reelegido hasta 2024). En las pasadas elecciones de mayo, se reforzó su presencia en el Parlamento, bajo un programa que exalta los valores tradicionales hindúes, entre ellos la veneración por las vacas.
Muchos mataderos clandestinos y fábricas de cuero fueron clausurados, la mayoría de propiedad de musulmanes. Sin embargo, el problema más grave tiene que ver con el surgimiento de grupos que han tomado justicia por mano propia para perseguir a los comerciantes de bovinos.
Estos creyentes fervorosos crearon patrullas callejeras “vigilantes” de la fe que se dedicaron a linchar a quienes entreguen o usen estos animales con fines industriales, inclusive solo por sospecha. (Crónica: De patrulla con el ejército que se dedica a proteger a las vacas en India)
Uno de los casos más recordados fue el de Muhammad Akhlaq, que en una noche de septiembre de 2015 fue sacado de su casa por una turba enfurecida que lo asesinó porque se creía que traficaba carne de res. En la investigación, se demostró que se trataba de carne de cordero, pero ninguno de los responsables ha sido judicializado y de hecho están libres.
Entre 2015 y 2018 murieron 44 personas, entre esos un policía, por cuenta de estos comandos fundamentalistas. Lo más grave es que han dispuesto peajes ilegales en las vías para revisar los vehículos que puedan transportar animales, incluso con complicidad de las autoridades.
No obstante, muchos creen que este fenómeno también obedece a las profundas diferencias entre hindúes y musulmanes, que componen apenas el 14 % de la población. A pesar de que se debe a una problemática se remonta a la independencia de India en 1947, los fundamentalistas han recurrido a la protección de las vacas para justificar la violencia.