El portal neozelandés Stuff reportó que en el país oceánico están trabajando en esta vacuna, lo que podría ser un “gran cambio para las emisiones” a nivel mundial, según el presidente del Consorcio Pastoral de Investigación de Gases de Efecto Invernadero, el profesor Jeremy Hill.
Hill, que funge también como director de Ciencia y Tecnología de Fonterra, aseguró que la vacuna tiene como objetivo introducir anticuerpos en la saliva de una vaca que luego pasan al rumen del animal y se unen con los metanógenos que convierten el hidrógeno en metano.
“Ese sería el gran avance porque, en teoría, una vacuna podría implementarse en cualquier sistema de producción animal. Esto marcaría una verdadera diferencia en el cambio de juego para el mundo”, declaró a periodistas en las instalaciones de investigación y desarrollo de Fonterra.
Para ayudar a Nueva Zelanda a reducir sus emisiones, el consorcio de grupos de la industria ganadera ha invertido recursos propios y de fondos gubernamentales alrededor de 85 millones de dólares neozelandeses en investigación y desarrollo de opciones de mitigación de emisiones para los ganaderos desde 2003.
La investigación de la vacuna ha costado entre 4 y 5 millones de dólares neozelandeses (casi 3,5 millones de dólares o cerca de 13 600 millones de pesos al cambio actual) al año durante más de una década, y Fonterra contribuye con hasta 1 millón de dólares (cerca de 700 000 dólares o $2712 millones).
Una vacuna de metano sería un verdadero cambio de juego, no solo para Nueva Zelanda y el sector lácteo mundial, sino también para la producción de alimentos basada en ganado, ya que probablemente se aplicaría en múltiples especies de rumiantes como vacas, ganado para carne, ovejas y ciervos, añadió.
Una vacuna también podría usarse en diferentes tipos de sistemas agrícolas y, a diferencia de otras posibles soluciones, no dependería de un determinado tipo de sistema de alimentación. (Lea: Crean suplemento que no solo reduce el metano sino que genera ingresos a ganaderos)
Hill citó el ejemplo de India, donde 70 millones de pequeños agricultores poseen unas pocas vacas cada uno. Otras soluciones para mitigar los GEI serían difíciles de implementar en ese entorno, pero se podría agregar fácilmente una vacuna al gran programa de vacunas existente en el país.
“En principio que nada nos impide hacer esto. Podemos desarrollar los anticuerpos adecuados y conseguir que los animales los produzcan. Pero hacer que eso funcione para obtener una gran cantidad de anticuerpos que luego pasen de la saliva al rumen sigue siendo el obstáculo que estamos tratando de superar”, anotó.
Sin embargo, el desarrollo de la vacuna es "muy desafiante" debido al mecanismo utilizado, pues aunque señaló que es prometedor, aún no es seguro que todavía puedan llevarlo a cabo por la dificultad que conlleva. (Lea: Así se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero del ganado)
Hill expresó que el consorcio quiere dar a la investigación sobre la vacuna “un gran impulso” durante los próximos cinco años utilizando los mejores recursos posibles. La colaboración la industria y el gobierno ha hecho del desarrollo de vacunas de metano una prioridad en el trabajo del consorcio.
El investigador sostuvo que se han dedicado importantes recursos al desarrollo de vacunas para covid-19, y aquellos grupos que no tuvieron éxito en la producción de una vacuna Covid comercializada ahora podrían estar disponibles para otros proyectos.
“Hay mucha más capacidad que podemos aprovechar actualmente, así que ahora es el momento de atacar y aprovechar algunos de esos recursos que han estado trabajando, por ejemplo, en el desarrollo de la vacuna covid”, manifestó.
Además de Fonterra, los accionistas del consorcio incluyen Beef and Lamb New Zealand, DairyNZ, Deer Industry NZ, AgResearch, Fertilizer Association, Landcorp y PGG Wrightson Seeds. (Blog: Una molécula 'antiácido' contra las emisiones de metano de las vacas)
Los miembros asociados del consorcio incluyen el Ministerio de Industrias Primarias, el Ministerio de Innovación Empresarial y Empleo, el Instituto Nacional de Agua y Atmósfera y el Centro de Investigación de Gases de Efecto Invernadero Agrícola de Nueva Zelanda.