África hoy no solo está sufriendo por los más de 5 mil contagiados por Covid-19, sino que por la infestación masiva de langostas del desierto. Conozca una alternativa propuesta por la FAO para acabar con estos insectos.

El crecimiento de la plaga de las langostas está dejando perjudicados a cientos de familias que trabajan en la producción de alimentos, pues supone una amenaza para la seguridad alimentaria de millones de personas en toda la región, teniendo en cuenta que el número de langostas sigue creciendo y el abastecimiento de comida es poca debido a la crisis sanitaria producto del Covid-19. (Lea: Plaga de langostas amenaza salud alimentaria de África)

En este tipo de escenarios, matar a las langostas con plaguicidas se convierte en un mal necesario para limitar la crisis y evitar que los enjambres sigan multiplicándose exponencialmente.

Sin embargo, los bioplaguicidad naturales ofrecen una alternativa progresivamente más fiable y menos dañina para luchar contra los brotes de langostas del desierto antes que alcance niveles de crisis, teniendo en cuenta que ofrecen una solución para tratar brotes en ecosistemas frágiles.

De acuerdo a Keith Cressman, experta en langostas de la FAO, “hemos estado usando bioplaguicidas para luchar contra las langostas del desierto y son una herramienta excelente para tratar pequeños grupos iniciales antes que formen enormes de saltones”.

Se trata de un insecto que se multiplica 20 veces cada tres meses con cada nueva generación, por ello es fundamental concentrarse en intervenciones que puedan alterar el ciclo de reproducción. (Lea: La 'plaga bíblica' de vuelta en Colombia)

Por lo tanto, para esta experta, “recurrir a una herramienta ecológica eficaz que agricultores y gobiernos puedan utilizar en cualquier entorno, tiene sentido en este momento”.

Según la FAO, una de las ventajas importantes de los bioplaguicidas, es que están diseñados para afectar solo a los tipos concretos de insectos, eso significa que usar estos elementos para luchar contra la langosta del desierto no afecta a otros animales, que podrán seguir polinizando plantas y apoyando al ecosistema local con normalidad.

Lo anterior, teniendo en cuenta que estos no dañan al resto de la flora y fauna silvestre, ni tampoco tienen efectos negativos para las plantas, pues pueden utilizarse en reservas naturales, humedales y otras zonas con masas de agua.

En este sentido, los bioplaguicidas funcionan mejor cuando se integran en estrategias integrales de lucha, que se conciben para prevenir y no tanto para remediar brotes a gran escala. (Lea: 3 métodos para controlar ecológicamente las plagas)

En síntesis, se espera que se puedan sumar todos los esfuerzos para acabar con esta plaga de langostas del desierto, de tal forma que se evite la afectación masiva de productores agrícolas, quienes son los encargados de abastecer de alimentos a gran parte de la población que habita en África oriental.