En los próximos diez años, se prevé que el consumo de carne de res se incrementará a 76 millones de toneladas a nivel mundial y representará 16% del aumento total del consumo de esta proteína, según las Perspectivas Agrícolas OCDE-FAO 2020-2029.
En términos per cápita, se espera que el consumo de carne de res en el mundo en desarrollo se mantenga bajo (cerca de un tercio en términos de volumen) en relación con los países desarrollados. Asia es la única región donde según las previsiones aumentará el consumo per cápita de carne de res durante el periodo de proyección, aunque a partir de una base baja.
En varios países con un alto consumo de carne de res per cápita, el nivel de este bajará a favor de la carne de cerdo y la carne de aves de corral, debido a un precio más económico, señala el informe. (Lea: Consumo interno de carne ha disminuido en regiones por confinamiento)
Se prevé que los precios reales (en dólares estadounidenses de 2019) de la carne de vacuno y ovino disminuirán al máximo en 2029, a USD 3 472/tonelada y USD 3 926/t equivalente de peso en canal (c.w.e.), respectivamente.
En el corto plazo, los precios reales de la carne de res bajarán con mayor rapidez debido a la abundante oferta de este tipo carne de los grandes países productores como Argentina, Brasil y Estados Unidos después de un rápido aumento en el inventario de rebaños observado en los últimos años. Sin embargo, a medida que los hatos de vacas para carne se reduzcan y la tasa de crecimiento de la producción se desacelere, se prevé que los precios nominales empezarán a aumentar lentamente
Según el informe, la producción mundial de carne de res crecerá durante los próximos diez años, particularmente en los principales países productores de las Américas, como Argentina, Brasil y Estados Unidos.
Se prevé que los países en desarrollo representarán 81 % de la carne de res adicional producida hacia 2029, en comparación con el periodo base. La mayor parte de este incremento ocurriría en Argentina (pese al impuesto a la exportación de carne de res), Brasil, China, Pakistán, África subsahariana y Turquía. (Lea: Los beneficios más importantes del consumo diario de la carne)
En los países desarrollados, se prevé que la producción será 4 % más alta hacia 2029; este aumento se deberá sobre todo al alto crecimiento registrado en Canadá y Estados Unidos. La producción de carne de res de América del Norte será sustentada por mayores pesos en canal, resultado de los bajos costos del forraje, así como un mayor número de sacrificios, a medida que la reconstrucción de los rebaños genere un aumento en el número de animales.
En la Unión Europea y el Reino Unido se estima que habrá una tendencia descendente de la producción de carne de res pues los rebaños de vacas lecheras, que componen alrededor de dos tercios de la oferta de carne de res, disminuirán tras los aumentos de la productividad en el sector lechero. Otros factores que limitan el crecimiento potencial de este sector en la Unión Europea son la reducción de rebaños de vacas nodrizas debido a su baja rentabilidad, la escalada de la competencia en los mercados de exportación y la reducción de la demanda interna. Por otra parte, se prevé que la demanda cambiará conforme el gusto de los consumidores se modifique para incluir más carne procesada y alimentos listos para consumirse.
En el corto plazo, la magnitud de los efectos y la duración del brote de la COVID-19 son inciertas. Los problemas de la oferta de mano de obra y de transporte podrían entorpecer la cadena de comercialización y afectar la producción de carne (incluidos el sacrificio y el procesamiento).
El brote afectará también, en el corto plazo, los hábitos de consumo, en particular el consumo fuera del hogar, lo cual a su vez repercutirá en la demanda de cortes de carne de alto valor que suelen consumirse en restaurantes, sostiene el informe. (Lea: Producción mundial de carne bovina siguió creciendo en 2019)
Además, la amenaza del ganado listo para el mercado que no puede comercializarse o procesarse debido a la actual escasez de mano de obra podría provocar graves repercusiones económicas en las comunidades rurales y un gran reto para el bienestar de los animales.
Por último, dice, el cambio climático, la obesidad, los adelantos tecnológicos y los cambiantes estilos de vida de los consumidores son también factores importantes, en particular porque influyen en las iniciativas en materia de políticas públicas y en el cambio hacia patrones de consumo ambientalmente sostenibles.
La atención cada vez mayor que los consumidores prestan al tratamiento de los animales y a la forma en que se produce la carne (con una creciente preferencia por carne y productos cárnicos orgánicos) son factores relativamente nuevos que son difíciles de evaluar en este momento. Sin embargo, si los adopta un porcentaje cada vez mayor de la población, podrían afectar a los mercados mundiales de la carne, aunque no queda claro hasta qué punto los consumidores están dispuestos y son capaces de pagar más por dichos productos, concluye el informe.