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Foto: bioeconomia.info - lahuertadigital.es

internacional

Conozca los desarrollos tecnológicos de Australia aplicables a la ganadería

por: - 31 de Diciembre 1969

La tecnología gana cada día más espacio en la actividad ganadera y muchas veces los desarrollos que se hacen en otros países pueden aplicarse en cualquier parte.

La tecnología gana cada día más espacio en la actividad ganadera y muchas veces los desarrollos que se hacen en otros países pueden aplicarse en cualquier parte.

Australia, por ejemplo, aplica muchas tecnologías digitales y un punto crucial en este aspecto es el manejo de datos en cadena para poder tomar decisiones y “ahí está la gran oportunidad para avanzar”, afirmó Luciano González, argentino y profesor de la Universidad de Sídney, durante el 44º Congreso Argentino de Producción Animal (AAPA).

De acuerdo con una nota del portal valorcarne.com.ar, estas innovaciones tienen distintos objetivos, desde mejorar la productividad, rentabilidad y sostenibilidad, hasta el bienestar animal y la calidad de vida en el campo.

Hoy día, por ejemplo, muchos productores australianos cuentan con un dispositivo que mide el volumen disponible en una aguada y no tienen que ir hasta allá para chequear si hay agua o no, obtienen esa información en forma remota. (Lea: Cómo manejar las nuevas tecnologías en la ganadería)

Además, disponen de estaciones de pesaje automático, herramientas para monitorear el movimiento de los animales, el consumo de alimentos, el crecimiento de la vegetación e incluso el impacto ambiental, todo ello con sensores estáticos ubicados en el potrero y el corral, así como drones y satélites.

Para González la cuestión fundamental es tener una visión holística del sistema productivo. “La idea es integrar todos esos datos que vienen de distintas herramientas, para tomar medidas sensibles, aplicar una práctica de manejo y volver atrás para ver la respuesta, y así ir mejorando”, señaló.

La tecnología que reúne y sostiene toda esa información es la caravana electrónica, que en Australia se usa desde hace décadas. “Es la columna vertebral de todas las otras. De hecho, los ganaderos se la colocan al animal al nacimiento y aunque se venda a otro campo, termina yendo con todas sus mediciones al frigorífico, donde se cargan los últimos datos”, indicó.

Esta información se integra horizontalmente a lo largo de la cadena y verticalmente con otros estamentos del sector. “Un criador puede intercambiar datos con un cebador, así como con el feedlot y la industria, referidos a genética, nutrición, salud y calidad de la res, lo que a su vez ha permitido generar bases de datos gigantescas”, subrayó.

Este patrimonio, que cuenta con registros de 30-40 años, es llevado por una organización público-privada, denominada Meat & Livestock Australia, para aplicar inteligencia artificial y extraer información por encima de lo que ya tiene valor de por sí para un establecimiento. (Lea: Crisis puede acelerar la adopción de tecnologías en el campo)

El experto mostró algunos ejemplos de cómo desde la investigación se agrega valor a los datos recolectados a campo.

Por ejemplo en la cría, una cuestión clave que impacta en la productividad es el bajo índice de destete de los sistemas más extensivos del norte de Australia, donde las pérdidas de terneros pueden llegar al 30-40 % en ambientes muy rústicos con pasturas tropicales.

Para mejorar esta situación se colocaron sensores de parto a las vacas, conectados a satélites, lo cual daba en tiempo real la identificación, el día, la hora y el lugar donde parían, para poder ir a buscarlas y estudiar el problema. También pusieron estaciones de pesaje automático para ver cómo evolucionaban. “Obviamente, si estaban lactando perdían mucho peso, en este caso bajaron de 480 a 350 kg, aún en la estación húmeda, pero si les sacábamos el ternero ganaban hasta 100 kg. Entonces, vemos cómo estos datos tienen otras aplicaciones: permiten programar la reproducción y mejorar los índices de destete”, señaló.

Otro ejemplo es el agregado de valor ambiental al peso vivo de los novillos en pastoreo, obtenido mediante balanzas de auto-pesaje, que digitalizan su identificación y el kilaje de manera instantánea. “Usamos modelos de predicción basados en el peso y la ganancia diaria, así podemos estimar cuál es el consumo de alimento diario y en función de ello la emisión de metano”, manifestó.

Esta información también permite tomar decisiones, en este caso referidas al cuidado del ambiente. “En el mercado australiano se comienzan a ver programas de crédito de carbono, y si el ganadero demuestra que puede disminuir esas mermas de peso y por consiguiente las emisiones, podrá tener un pago asociado a prácticas amigables”, indicó. (Lea: La tecnología, clave en la administración de fincas ganaderas)

En tal sentido, una de las claves es la suplementación de precisión para aumentar la productividad y a la vez de disminuir la emisión de metano. “Aplicamos modelos de predicción y calculamos cuánto suplemento hay que darle al animal para evitar que pierda peso. Si partimos de 200 gr por día, pero vemos que luego hay que ir aumentando, podemos programar cuándo venderlo o sacarlo del sistema”, justificó, aludiendo a que otro valor agregado es contribuir a tomar decisiones de negocio.

Además, gracias a los comederos individuales, los investigadores notaron que hay animales que efectivamente comen esos 200 gr por día y otros que ni lo tocan, y eso incide en la productividad general. “Entonces uno de los desafíos es manejar el sistema para que este consumo sea más parejo”.

Igualmente pudieron ver que “cuando los animales están mucho tiempo en el potrero, comen cada vez más bloques de melaza y cuando se los pone en un potrero nuevo, menos”, explicó González, señalando que también usan collares con GPS para monitorear el uso del potrero.

“Registramos los recorridos del animal y vimos que utiliza bien los potreros chicos, pero en los grandes no llega al fondo, por lo tanto, dejan mucho forraje sin comer”, advirtió. También, vieron que, en la época seca, se quedan en la zona del agua y el suplemento, y en la húmeda se distribuyen mejor. “Por lo tanto, en este caso, que repito es de pastoreo rotativo-extensivo, hicimos aguadas cada 2 km, y pudimos aumentar la carga animal y la producción por hectárea”, destacó.

En cuanto a los costos, señaló que el productor o la industria los asumen, según corresponda. “Luego, por supuesto, se trasladan a toda la cadena, terminan siendo compartidos, aunque en general no se traducen en un plus de precio, sino en el aumento de la productividad”, concluyó González.