El Fondo Monetario Internacional, FMI, aseveró que antes de que concluya el año, la inflación en suelo venezolano llegará al 720,5 %, siendo la mayor del continente americano y una de las más altas del mundo. Así repercute ese indicador en la producción pecuaria.   La situación económica que vive el vecino país no es sencilla. No solo es el desabastecimiento de alimentos de la canasta familiar, es el alto costo de los mismos que ha disparado la inflación a cifras nunca antes vistas. (Lea: Paro camionero generará alza en la inflación de los alimentos)   El FMI anunció que este año ese rubro al final del año será del 720,5 % y para el 2018 fue estimado en 2.068 %. El último cálculo constituye una revisión a la baja desde el pasado octubre, cuando el FMI estimó la inflación en Venezuela en 1.660 % para 2017 y 4.505 % para 2018.   Pero difícilmente aplacará las dificultades: los venezolanos necesitan al menos 18 salarios mínimos para cubrir el costo de la canasta básica familiar, según un estudio privado. En ese contexto, el FMI reconoció que estimar la perspectiva económica de Venezuela es "complicado".   Ese mismo panorama viven los productores pecuarios, quienes deben apelar a toda clase de estrategias para adquirir los insumos que requieren para adelantar su actividad, así lo reveló Carlos Oduardo Albornoz, presidente de la Federación de Ganaderos de Venezuela, Fedenaga, quien lamentó que el FMI no haya determinado que lo que vive el país es una superinflación, más si se compara con otras naciones de la región. (Lea: Alza histórica de la inflación también perjudicaría el agro)   Argumentó que no hay ninguna fórmula mágica para contrarrestar ese tipo de distorsiones de la economía. Y aseveró que cuando los ganaderos van a vender los productos, más en un modelo en el que el contexto legal de cada actividad burla el ordenamiento jurídico que establece precios ilógicos a cada uno de los alimentos, eso hace que el espiral inflacionario no respete ni siquiera las normas impuestas por el régimen.   “Es el caso del queso, un kilo vale 36 bolívares en la puerta de la finca de acuerdo a la providencia administrativa, pero en realidad el producto supera los 7.000 bolívares. Eso hace que todos estemos en una posición de ilegalidad”, expuso.   Albornoz dijo que cuando la inflación estaba sobre el 70 u 80 %, los productores trataban de endeudarse porque en había muchos bolívares circulando en el mercado, eso hizo que la inflación fuera creciendo. Los bancos, a medida que tenían tantos bolívares, porque había un crecimiento de la masa monetaria y así crear una falsa tranquilidad económica. (Lea: Inflación de costos para avicultores estaría en el 40 %)   La tasa de dichos préstamos a los que accedían los ganaderos era al 1 % mensual, por lo que hicieron inversiones que posteriormente la misma inflación se encargaba de diluir las obligaciones. Eso ocurrió hasta hace uno o 2 años, pero ahora el panorama es distinto.   “Los bancos tienen los créditos retenidos y prácticamente no están brindando financiamiento para agricultura ni turismo. Lo otro que complica la situación es que no hay cifras oficiales, ni referencia alguna frente al tema inflacionario, nosotros nos enteramos a través de las noticias”, lamentó.   Esa situación ha generado pobreza, la gente ha perdido peso ya que no tiene dinero para comprar alimentos, por lo que con el pasar del tiempo el panorama va a seguir siendo caótico. (Lea: Canasta básica venezolana aumentó 433,9 % en 2016, según un estudio)