Los colombianos cada vez tienen más acceso a todo tipo de comida, mucha de ella elaborada con alto contenido de azúcar, harinas y grasas. Muchos de esos productos llegan de Estados Unidos y otros mercados externos. Jhon Jairo Bejarano Roncancio, profesor titular en el departamento de Nutrición Humana de la facultad de Medicina en la Universidad Nacional de Colombia, afirmó en un artículo que a Colombia le “urge implementar políticas de salud pública e información que protejan al consumidor y garanticen la seguridad alimentaria y nutricional, o reevaluar las existentes, para cumplir con el derecho a una alimentación saludable”. El señalamiento lo hizo al asegurar que pasados 4 años desde que entró en vigencia el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos han ingresado al país más productos ultraprocesados, más lo que llamó formulaciones listas para consumir, basadas en sustancias refinadas que contienen azúcar, sal, grasas y aditivos. (Lea: 7 'pecados capitales' a la hora de empacar alimentos) Las bebidas azucaradas, los pasabocas y comidas rápidas importadas son las que más llegan y son elegidos por los colombianos. Una muestra de la elección de estos alimentos se sustenta, según Bejarano Roncancio, en la Encuesta Nacional de Situación Nutricional en Colombia que en 2010 reveló que 15,2 % de la población, entre 5 y 64 años, consume todos los días alimentos de paquete; 22,1% gaseosas o refrescos y 36,6 % golosinas o dulces. El docente dio a conocer que en 2009 se publicó la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos, ENIG, que de igual forma corroboró que 28,4 % de los colombianos compró productos con calorías hechos con ingredientes culinarios elaborados y el 16,8 % con alimentos y bebidas ultraprocesadas. “Esta situación influyó en el tipo y calidad de la dieta y por consiguiente en la composición corporal de los individuos (transición nutricional), y podría agudizarse con la entrada en vigor, hace 4 años, del Tratado de Libre Comercio firmado con Estados Unidos”, aseveró el docente que justificó que en 2013, según cifras del Dane, las compras nacionales ascendieron a USD874,8 millones en alimentos procesados. Además, de acuerdo con una encuesta revelada en 2015, por la Organización Mundial de la Salud, OMS, la elección de comidas rápidas per cápita aumentó un 40 % en Latinoamérica y 100 % en países como Perú, Chile y Colombia, entre 2000 y 2013. Para Bejarano Roncancio queda claro que los precios de los alimentos procesados importados, muchos de ellos inferiores a los nacionales, se convierten en un atractivo para los consumidores y en una “competencia inestable en el mercado interno. El problema principal radica en que pueden ser menos costosos que algunos alimentos saludables, como las frutas. De igual forma son comercializados en supermercados, tiendas y espacios públicos que cuentan con grandes tamaños de porción, largos períodos de conservación, fácil transporte y manipulación”. (Lea: 10 alimentos que podrían ponerlo de mal genio al consumirlos) Habla Peralta sobre el tema
En tanto, Edna Liliana Peralta, directora del Programa de Ingeniería de Alimentos de la Universidad de La Salle, compartió la postura sobre la desinformación que hay en el país sobre los contenidos nutricionales y calóricos de los alimentos. Para la experta en nutrición, la cuestión va más allá de satanizar qué se debe o no consumir. La raíz del asunto está en los excesos en los que han caído los colombianos. Por eso cree que no se trata de prohibir ningún alimento elaborado o no, sino saber qué se elige y en qué cantidad. “Si me tomó una gaseosa en el día y se hace una actividad física no se un genera problema de cordura. Pero si te tomas 3 o 4 diarias y tu dieta está hipercalórica, no haces ejercicio y eres una persona sedentaria, tendrás problemas de salud”, apuntó Peralta. (Lea: 3 propuestas para evitar escasez de carne en Colombia) En ese sentido dijo: “el hecho de que los colombianos estemos comiendo más comida procesada y eso sea una mala alimentación, pues yo no estoy de acuerdo con eso. Necesitamos un procesamiento de los alimentos”. Instó en que se deben mirar los excesos porque aquella creencia que se ha dado alrededor del aumento del deseo de consumir productos con azúcar refinada con la adicción a ellos, se da, no porque se le adicionen productos, sino porque causan placer, como cuando se escucha una canción que gusta mucho o se crea el gusto por hacer ejercicio. El punto está, añadió, en que el consumidor será el que decida qué come y en qué cantidades y por eso se ha insistido en la relevancia de que los productos tengan siempre en su etiqueta todo el contenido nutricional y se aprenda a interpretarla porque puede tener más calorías una empanada que un producto empacado, que se cree por "mito", que es más perjudicial para la salud.