El Sistema Agroclimático FDF-INIA-DMC se ha constituido en una herramienta importante para prevenir los efectos de plagas, enfermedades, heladas, sequías y daños por sol en los cultivos. En los últimos 30 años los costos relacionados con riesgos climáticos se han disparado. Si en la década del 50 apenas llegaban a los USD11 billones en todo el mundo y en el decenio de 1976 a 1985 habían subido a USD$24 billones, lo que ha ocurrido después ha sido una escalada exponencial: pasó a USD$ 88 billones en la siguiente década hasta los USD$ 495 billones en la actualidad. Casi 6 veces más. (Lea: Corpoica busca que el campo se reconcilie con el clima) En Chile, las principales fuentes de riesgo climático son heladas, ondas de frío, sequía, granizo, viento, ondas de calor y tormentas. “Lo preocupante es que todas estas eventualidades, salvo las heladas, van a aumentar”, afirma Santibáñez. Las sequías, si bien podrían disminuir en los extremos austral y norte, es probable que se intensifiquen en la zona central. “Las cuencas debieran cambiar su estacionalidad: tener más correntía en invierno y menos en el verano. Si a eso le agregamos la competencia del agua entre la agricultura y la energía, hay grandes tareas por hacer en el mejoramiento de la gestión hídrica en Chile”, agrega este investigador. El que los eventos climáticos se agudicen, explica Laura Meza, experta de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, FAO, no solo afectará la producción de los cultivos, sino también su estabilidad, el suministro en la cadena de alimentos y el precio. Esto último ya se está presenciando. En parte por la explosión del poder adquisitivo y el aumento demográfico de los países emergentes, como también por las consecuencias del cambio climático, los valores de los alimentos han tendido al alza en los últimos años: el precio de los granos es entre 70 % y 100 % más elevado que en la década del 90 y no hay indicios de que esta tendencia se vaya a revertir. “Como país tenemos que acostumbrarnos a vivir en este clima cambiante y en estas condiciones tan variables que hay en el agro”, apunta el subsecretario de Agricultura, Álvaro Cruzat. Por eso, tanto a nivel privado como gubernamental se están tomando medidas para enfrentar un clima adverso. “Todos los organismos públicos han incorporado, dentro de sus políticas, el manejo del riesgo climático como un concepto que tiene que estar instalado en la gestión”, agrega Cruzat. (Lea: Celuagronet, tecnología al servicio de quienes trabajan en el sector rural) En la FAO han definido diversas líneas de acción, entre las que se encuentran la adaptación al cambio climático y la mejora en la gestión de riesgo de desastres. El objetivo consiste en prevenir y actuar oportunamente. “Lo más importante es que tenemos que implementar un enfoque hacia la toma de decisiones y no solo hacia la generación de información”, sostiene Laura Meza. Ello implica, entre otras medidas, cambiar los usos de la tierra, tener cultivos más preparados para las nuevas condiciones, consolidar una agricultura de precisión y estructurar sistemas de prevención de riesgos. Alerta temprana de plagas y enfermedades Las plagas, los patógenos y las malezas causan la pérdida de más del 40 % del suministro mundial de alimentos. Pero podría ser peor. Con el cambio climático, las plagas extenderían su distribución geográfica y los patógenos alcanzarían mayores tasas de reproducción. Las malezas y las plagas aumentarían su frecuencia, se adaptarían mejor y hasta podrían tener mayor cantidad de ciclos por temporada. Eso es lo que, por ejemplo, ha ocurrido con el tizón de la papa en el sur de Chile, que en los últimos años ha aumentado su agresividad. “Es la enfermedad más importante de la papa en el mundo. Comienza como una pequeña mancha acuosa, que bajo condiciones de alta humedad empieza a producir esporulación. A medida que las condiciones son favorables, se multiplica en forma exponencial y empieza a matar a las plantas. En los últimos años también está atacando tallos, lo que hasta hace una década no se veía”, explica Ivette Acuña, ingeniera agrónoma y fitopatóloga de INIA Remehue. (Lea: Aplicación móvil pronostica el clima hasta de 21 días) En la temporada 2006-2007 atacó al 90 % de los papales de la zona sur, con una severidad de daño de entre 40 % y 100 %. Sin embargo, para la temporada 2009-2010 la severidad bajó: si bien hubo casos que presentaron un daño total, hubo otros en que éste alcanzó solo al 5 % de los cultivos. ¿La clave? La implementación de un sistema de alerta temprana, basado en las mediciones del Sistema Agroclimático FDF-INIA-DMC. La red agrometeorológica comenzó a implementarse en 1997, cuando la Fundación para el Desarrollo Frutícola (FDF) juntó las 12 estaciones que entonces poseían sus asociados y otras 5 que adquirió a través de un proyecto FDI-Corfo. “Esta red surge de la necesidad de incorporar de una manera más estructurada lo que significa construir una arquitectura de datos climáticos que nos permitan tener un piso mínimo de información para empezar a tomar mejores decisiones”, dice el subsecretario Cruzat. En 2007, con la colaboración de productores, exportadores y el Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca, se estableció una red más abierta, basada en Internet, con 43 estaciones y más de 600 usuarios. Por esa época, FDF unió sus estaciones con otras 44 que tenía el INIA y otras tantas de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC). En 2009 las tres instituciones presentaron un proyecto a FIA para fortalecer la red. “Teníamos más de 100 estaciones, pero la mayor parte no eran automáticas. La calidad de la información era poco confiable y la cobertura era del 30 % de la superficie frutícola chilena”, relata Jaime Lavados, presidente de FDF. Gracias a ese proyecto se inauguraron 128 estaciones automáticas. (Lea: Los 10 alimentos que más han subido de precio por el clima) 222 estaciones automáticas actualizan información cada 15 minutos La red tiene hoy 222 estaciones automáticas que actualizan la información cada quince minutos. Es operada por FDF y cuenta con el soporte de Innova Chile, el Ministerio de Agricultura y la Asociación de Exportadores (Asoex). Alcanza una cobertura del 47 % de la superficie agrícola, y está activa en 13 de las 15 regiones del país (las excepciones son Tarapacá y Magallanes). Alcanza un nivel de servicio de 95 %, desde la perspectiva de las estaciones activas, y el portal www.agroclima.cl recibe un promedio de 900 mil visitas al mes desde 11 mil computadores distintos. La red cuenta con una veintena de aplicaciones y apoya no solo la gestión de empresas productoras y exportadoras, sino también la de instituciones como el SAG con sus Sistema de Monitoreo de Plagas, que contiene una serie de funcionalidades que permiten modelar variables del sector agrícola-ganadero para mejorar el sistema de vigilancia temprana de plagas cuarentenarias. Herramienta para el manejo integrado de plagas La construcción de una red agroclimática como esta ayuda a prevenir las consecuencias adversas que produce el clima en los cultivos, como ocurrió con el tizón de la papa. “Los agricultores que usaron el sistema de alerta y que estuvieron en capacitaciones en su difusión, lograron manejar la enfermedad y las pérdidas fueron muy bajas”, comenta Ivette Acuña. La alerta advierte cuándo se libera el patógeno, lo que indica el tipo de pesticidas a aplicar y su frecuencia, de forma que se evite que el hongo llegue a la superficie. “El uso exitoso de esta herramienta es necesario para contar con un programa intensivo de capacitación en interpretación y uso eficiente de la información. La alerta temprana es una herramienta clave del Manejo integrado de plagas”, agrega la agrónoma. (Lea: INFORME: El sector agropecuario a la vanguardia tecnológica) La utilización de la red permite también la comprensión de elementos agrometeorológicos –temperatura, luminosidad, humedad del aire, vientos, precipitaciones- para realizar una mejor gestión de los cultivos. “Existe toda una negociación entre lo que la información agrometeorológica nos puede entregar y la gestión productiva de un huerto: la capacidad de filtrar, de analizar la secuencia nos permite ir ajustando la gestión productiva a las condiciones del clima local”, comenta el agrónomo Fernando Santibáñez. El seguimiento de las temperaturas, explica, permite hacer seguimiento de días-grado, horas de frío, estrés térmico, humedad relativa para pronosticar heladas, horas de mojamiento, evapotranspiración, consumo de agua, deshidratación y radiación solar. La red efectúa análisis meteorológicos y presenta modelos predictivos de los estados fenológicos de las principales variedades de uva de mesa y manzano, y realiza también predicciones de plagas tales como la Polilla de la manzana. Además, lanza alerta de enfermedades de origen fungoso (oídio y venturia en manzanos, oídio y botritis en vides), alerta sobre condiciones de golpe de sol en manzanos, heladas o riesgo de muerte de yemas.