“Durante los 14 años que llevo como vacunadora en los ciclos contra la fiebre aftosa realizados por Fedegán-FNG, siempre he tenido que lidiar con los riesgos de cruzar los ríos en alto estado de caudal o de creciente corriente; también por el peligro de ser atacada por serpientes y animales salvajes y, asimismo, cuando en el corral de las fincas se sale o se suelta algún animal pues he estado a punto que me golpee o me cornee”.
Así lo manifestó Luz Mery Bravo Osorio, para contarle su experiencia a todas las personas de su mismo género femenino que celebran el Día Internacional de la Mujer, y darles a conocer que son supremamente emprendedoras y triunfadoras en los que hacen.
Luz Mery nació en Simití (Bolívar) y tiene 47 años, de los cuales 29 ha vivido en el Carmen de Chucurí en el departamento de Santander y hace 10 comparte con su esposo ganadero y agricultor.
Hace una década y media ejerce el oficio de vacunadora de bovinos y bufalinos en el proyecto local de Barrancabermeja de Fedegán en el departamento de Santander, particularmente en las fincas ganaderas del municipio del Carmen de Chucurí -cerca de San Vicente de Chucurí, justo en las estribaciones de la Cordillera Oriental colombiana.
Son casi 30 ciclos de vacunación -dos por año- en los que esta mujer cada vez adquiere mayor conocimiento de la actividad bovina y también experiencia sobre las permanentes aventuras que tiene que enfrentar diariamente en su oficio y cómo proteger su vida y cuidar su salud ante el agitado trasegar por cumplir los compromisos adquiridos por el importante gremio que representa, específicamente en la preservación de la salud animal de este departamento y la erradicación de la enfermedad de la fiebre aftosa en la ganadería.
Los riesgos de su vida
Considera Luz Mery que la actividad de vacunadora es altamente peligrosa e inhóspita para una mujer y se refiere enfáticamente a 3 riesgos que durante los ciclos que ha tenido que vivir con Fedegán tiene plenamente identificados en los que, aunque se juega su vida y su integridad, lo hace con gran entusiasmo:
1. En los sitios donde no hay carretera para llegar al predio a vacunar me toca caminar a veces 30 minutos, pero en otras oportunidades hasta 3 y 4 horas. En estos trayectos tengo muchos riesgos tales como ser atacada por serpientes y animales salvajes que pueden hacerme daño -a mis compañeros y a mí- por qué para llegar a fincas ganaderas lejanas, hay que pasar por montañas o selvas y, allí, hay muchos peligros.
2. El transporte de nuestro hogar a los sitios de trabajo o de vacunación siempre ha sido un factor de alto riesgo debido al estado de las carreteras, de hecho, en muchas partes ni siquiera las hay, incontables veces me he caído de la moto y me he golpeado fuertemente y, otras cuantas he tenido que pedir ayuda para pasar la moto por las quebradas y los ríos o recatarla de las mismas.
3. Estando en el corral o en el establo de los animales en plena vacunación muchas veces el ganado se sale y arremete contra las personas que estén cerca, en esos casos he tenido siempre mucha zozobra y presión porque toca estar pendiente para que en ese momento pueda reaccionar rápidamente y salir a correr a un lugar seguro con el fin de evitar golpes, cornadas, patadas y salvaguardar mi vida.
Hoy en el día internacional de la mujer Luz Mery le envía un mensaje a las personas de su género que tengan entre sus planes o deseen realizar esta actividad que erróneamente tiene el mito que es una actividad solo para hombres: Para las mujeres que piensan iniciar en este trabajo o actividad les digo, que esto más que un trabajo es una pasión, un amor inmenso a los animales y también a la ganadería y, asimismo a la gente que se dedica a la actividad de producir ganado y con ella carne y leche.