Como lo han mencionado varios expertos y productores, las empresas ganaderas dedicadas a la lechería han incorporado tecnologías de forma más amplia y con mayor tiempo que las dedicadas a la producción de carne, a pesar de que hacerlo podría resultar en beneficios considerables.
En mayo de 2019, un grupo de expertos de la Universidad Estatal de South Dakota conformado por Saulo Menegatti Zoca, Jerica Rich y George Perry publicó una relación de las ventajas y desventajas de implementar el semen sexado en ganado vacuno de carne.
Los autores señalaron que si bien esta nueva tecnología estuvo disponible desde 2003 para ganado lechero, no tuvo un uso significativo por parte de la industria sino hasta 2006. (Lea: El sexado del semen también es importante en las razas criollas)
Por el contrario, el número de toros con semen sexado disponible para la industria de la carne de res era cero en 2007 y apenas aumentó a 70 en 2011 en Estados Unidos. En esta medida, explicaron que el retraso puede estar relacionado con el rendimiento económico percibido.
De un lado, el beneficio económico para la industria lechera es enorme, pues el productor siempre escogerá obtener más terneras que terneros. En cambio, aunque existen diferencias en el rendimiento económico entre vacas y toros, no son tan dramáticas.
Por eso, los expertos aseguran que adaptar esta tecnología en ganaderías de carne requiere un mayor aprendizaje sobre cómo aprovecharla en términos de rentabilidad. (Reportaje: ¿Cuál es el método de reproducción que más le conviene a su ganadería?)
Una de las primeras ventajas es que al usar semen sexado, las crías tendrán características de producción similares a las de sus compañeros de manada provenientes de semen convencional, como peso al nacer, facilidad de parto, vigor, sanidad o mortalidad, entre otras.
En segundo lugar, con las mejoras recientes en esta tecnología, las tasas de concepción con semen sexado suelen estar entre el 80 % y el 95 % del convencional. En otras palabras, las tasas de concepción de IA con la alternativa oscilan entre el 48 % y el 57 %.
También describieron las aplicaciones para diferentes tipos de hato. Una de ellas sería producir novillas de reemplazo, seleccionado aquellas con rasgos maternos deseados, como edad de madurez sexual, producción de leche, fertilidad, comportamiento materno y longevidad.
Estas vacas serían inseminadas posteriormente con semen sexado de toros con rasgos similares, lo que resultaría en la producción de mejores hembras de reemplazo y una mayor velocidad de mejora genética, así como un menor número de terneros que ofrezcan menores rendimientos.
El resto de las hembras, con características maternas no óptimas, podrían ser inseminadas con este tipo de semen, aumentando la proporción de novillos con buenas características finalizadoras que se enviarían al matadero independientemente de su sexo.
Aun así, en una exposición de este trabajo, Perry admitió que varios estudios han reportado tasas de embarazo un 38% más bajas cuando se usa semen sexado. (Entrevista: “Ganaderías de carne deben aplicar tecnología como hacen las lecherías”: Molina)
En consecuencia, se desaconseja el uso de semen sexado para la IATF, ya que, en el momento de la inseminación masiva, no todas las hembras sincronizadas expresarán completamente el estro, por lo que el semen no sobreviviría entre la inseminación y la ovulación.
Tampoco podría ser apropiado si se pretende usar un único tipo de semen sexado para todo el hato. Si se decide producir solo hembras, se optimiza la reposición pero no habría menos carne para vender. Pero si solo se producen machos, la genética y la reposición se ven comprometidas.
Aun con estas advertencias, Perry y sus compañeros defendieron el uso de la biotecnología para hatos de carne, pues consideran que podría beneficiar el desempeño general y el futuro del hato. Al igual que toda nueva implementación, basta con saber usarla correctamente.