En su último artículo, “Vacas, como conejos”, el director de Corpoica señaló con gran acierto la necesidad de combatir la leucosis bovina para lograr que el desarrollo de la ganadería colombiana despegue en las próximas dos décadas. A esas interesantes propuestas habría que colocarles acciones en lo que se refiere a esta enfermedad La Leucosis Bovina Enzootica (LBE) existe en Colombia desde los años 60 y actualmente los hatos colombianos se caracterizan por una alta prevalencia de esta enfermedad. Los estudios epidemiológicos que se han realizado se iniciaron al principio de los años 70, con la aparición de casos clínicos en animales de leche de la sabana de Bogotá, y el que realizó ICA entre 1978 y 1982 (“Factores de Infertilidad y Pérdidas Económicas en Ganado de Leche en Colombia”). Esta última arrojó cifras alarmantes de seropositividad que alcanzaban un porcentaje de 21,9% a nivel nacional. En su momento los autores de la investigación emitieron unas conclusiones y recomendaciones que hoy están vigentes. Señalaron, por ejemplo que la Leucosis Bovina Enzootica tiene implicaciones económicas graves; que se deben tomar medidas de control sobre la transmisión y las fuentes laterales de infección; y que era importante continuar investigando sobre la enfermedad. Hasta 2014, según un artículo de Víctor Cotrino B. DMV, publicado en Carta Fedegán 142, de dichas recomendaciones la única que se ha cumplido es la última y son numerosas las investigaciones. Incluso, señala, que hay una de tipo epidemiológico para determinar prevalencia regional o local, otra para evaluar las técnicas de diagnóstico incluida biología molecular, igualmente para evaluar el impacto económico, y también, sobre medicina alternativa, pero todas ellas terminan emitiendo conclusiones y/o recomendaciones similares a las del trabajo que se tomó como punto de referencia. Factores de riesgo Al analizar los factores de riesgo en la transmisión de LBE hay coincidencia en que los mayores porcentajes de reactores positivos se encuentran en las explotaciones que tienen un mayor manejo en términos de: uso de medicamentos y/o vacunas por vía parenteral, palpaciones rectales, inseminación, arreglo de cascos y crianza de terneros con suministro de leche proveniente de varias vacas. Agrega que si bien las prácticas de manejo en los hatos de doble propósito han cambiado significativamente en la búsqueda de una mayor productividad y se han implementado y/o incrementaron programas de palpación y/o inseminación artificial, y vacunación, a la par se incrementó el uso de medicamentos; vermífugos, vitaminas, hormonas y antibióticos de aplicación parenteral y se estableció la crianza de terneros con leche en balde. Todas estas prácticas exigen de un gran cuidado, porque si no se hacen con las medidas de bioseguridad adecuadas (uso de aguja, guantes de palpación o catéter por animal, suministro de leche de vacas negativas y control de todos aquellos procedimientos que puedan transferir sangre del animal infectado al sano), terminan por convertirse en factores de riesgo para la transmisión de LBE. Pérdidas económicas Las pérdidas económicas atribuidas a LBE se deben a los siguientes factores: • Muerte o eliminación de animales con cuadros clínicos hasta en un 10% de los infectados. El porcentaje aumenta proporcionalmente con la edad promedio del hato y el porcentaje de reactores positivos. • Disminución de la producción de leche, carne y de los índices reproductivos. • Alteración del sistema inmune que compromete la respuesta a vacunas y aumenta la susceptibilidad a otras enfermedades. • Limitantes en el comercio de animales y material genético. • Inversión en medicamento para corregir cuadros de enflaquecimiento, baja producción y aun de animal caído. Son pérdidas que varían con el valor genético y productivo de los animales, justificando así la implementación de programas de control y/o erradicación en muchos países. ¿Cuándo y qué hacer en Colombia? Con los porcentajes de reactores positivos a la enfermedad que se conocen, los costos que representaría un programa de erradicación directo basado en la identificación y eliminación de los positivos no es viable, señala Cotrino. Queda, como alternativa, poner en marcha programa tendiente a evitar la difusión de la enfermedad en los hatos y la introducción de animales positivos en los mismos. Un programa de esta naturaleza requiere un compromiso de todos los estamentos que conforman el sector productivo; asociaciones de productores, productores independientes, veterinarios, centros académicos y el compromiso del sector oficial que apoye con una normatividad que estimule a quienes ingresen al programa y limite el comercio de animales positivos para cría y/o mejoramiento, que es lo que sugiere entre líneas el Dr Juan Lucas Restrepo. Valdría la pena conocer la opinión del ICA al respecto.