En Colombia hay 5 millones de hectáreas de sabana inundable, que corresponden al 12,5 % de toda la Cuenca del Orinoco, y están situadas en los departamentos de Arauca y Casanare. En esta región hay una importante oferta forrajera adaptada a la dinámica del agua y los ecosistemas.
Así lo indica el libro “Uso y manejo de forrajes nativos en la sabana inundable de la Orinoquia”, escrito por Lourdes Peñuela Recio, Andrea Paola Fernández, Francisco Castro Lima y Álvaro Ocampo Duran, promovido por The Nature Conservancy (TNC) y Corporinoquia.
Según este texto, las variaciones de humedad y profundidad de la lámina de agua en el suelo así como la oferta de materia orgánica y nutrientes ha generado una alta biodiversidad forrajera que proporciona al ganado “las especies más palatables y nutritivas”.
Los bancos y banquetas están cubiertos por gramíneas de bajo porte y especies de crecimiento erecto en forma de macolla como guaratara y rabo de vaca, y otras como lambedora, pega pega y pasto negro. (Lea: Conozca las pasturas de las sabanas inundables de la Orinoquía)
Dado que la oferta forrajera está adaptada a la dinámica del agua y los ecosistemas de la sabana inundable, el documento señala que es fundamental que los predios ganaderos tengan diversidad de ecosistemas, pues de ello depende la sostenibilidad productiva de la ganadería.
Entre los múltiples materiales descritos por este estudio, en CONtexto ganadero presentamos la composición nutricional de algunas de las especies forrajeras que presentan mayor consumo por parte del ganado, que evidencian su potencial para ser usados en su alimentación.
Por ejemplo, diversas investigaciones han encontrado que la guaratara (Anoxopus purpusii) tiene valores de proteína de 5,09 %, 5,26 %, 7,11 % y 9,94 %, así como niveles de fibra cruda correspondientes para cada uno de 23,28 %, 13,44 %, 9,56 % y 16,97 %.
En el caso de la lambedora (Leersia hexandra), se ha registrado proteína de 4,83 %, 5,59 %, 7,66 %, 9,02 % y 9,48 %, así como fibra cruda de 6,93 %, 10,31 %, 6,94 %, 2,86 % y 17,88 %, respectivamente. (Lea: Con especies nativas se puede hacer ganadería en zonas secas)
Entre otros forrajes están el pasto negro (Hymenachne amplexicaulis) con 17,26 % de proteína y 8,32 % de fibra cruda, rabo de vaca (Andropogon bicornis) con 3,28 % y 21,82 %, grama (Paspalum notatum) con 9,60 % y 6,68 %, y pega pega (Desmodium sp) con 12,03 % y 18 %.
En cuanto a producción forrajera, la guaratara registró un promedio anual de 6,26 t MS/ha, la lambedora 4,08 t MS/ha, el pasto negro, 24,68 t MS/ha, estudios que se hicieron en Venezuela en los años 2000. (Lea: Consejos para desarrollar la ganadería en la sabana inundable)
En la mayor parte de los predios dedicados a la ganadería en la sabana inundable del Casanare predominan los forrajes guaratara, lambedora, pega pega, pasto negro, rabo de vaca y gramas que son la base fundamental de la producción, como explica la publicación.
En las últimas décadas, los productores han privilegiado el uso de brachiarias porque soportan mayor capacidad de carga, pero en épocas de extrema sequía estos pastos no soportan las altas temperaturas, por lo cual han tenido que alquilar sabana nativa para mantener al ganado.
De hecho, algunos ganaderos tradicionales hacen uso estratégico de la productividad de las pasturas nativas, con estrategias de manejo como la quema controlada, el sobrepastoreo, el uso de guadaña, mecanización y en menor proporción la fertilización de las praderas.