El Centro de investigación Turipaná, de Agrosavia, ubicado en la vía entre Montería y Cereté, es el lugar de conservación y multiplicación de las razas criollas romosinuano y costeño con cuernos.
El lugar se fundó en 1962 y desde entonces ha desarrollado diferentes proyectos para beneficio del sector agropecuario del Caribe Colombiano. Sus investigaciones han permitido conservar y fomentar las razas bovinas criollas colombianas en el pequeño y mediano ganadero de la región. Igualmente, ha desarrollado un programa de lechería con ganado doble propósito, basados en ganadería sostenible.
El trabajo desarrollado llevó a que el lugar se incluyera en la gira técnica ganadera que se realizó el año pasado en Córdoba, organizada por Fedegán-FNG. Según el médico veterinario Yesid José Abuabara Pérez, el propósito específico con que nació el centro fue traer la raza romosinuano.
Aprovechando las tecnologías y el conocimiento se creó un banco de germoplasma, que es una colección genética de un virus de una raza en el cual hay que mantener su variabilidad genética para que la endogamia no los afecte y por eso en Turipaná se tiene, desde 1984, un banco de germoplasma y la raza romosinuano tiene ocho familias. (Lea en CONtexto ganadero: ¿En qué está el Centro de Investigación Turipaná?)
En el centro se ha mantenido la variabilidad genética. Esta raza se conserva porque son animales que tienen una capacidad productiva importante, una adaptación y una rusticidad. La adaptación, en términos biológicos, puede expresarse en más alta capacidad reproductiva en condiciones naturales de forraje.
Por su parte, el investigador Juan Esteban Pérez, manifestó que la fertilidad en un sistema de cría es la variable más importante de esta raza. A través de un proceso de análisis de datos se pudo demostrar que tienen una alta fertilidad. “Hemos encontrado durante más de 90 años de análisis de datos que el intervalo entre partos de la raza romosinuano es de alrededor de 412 días, casi 14 meses, lo cual hace que sea una raza muy fértil”.
También se ha hecho evaluación para ver la capacidad de monta de los reproductores y se han tenido ensayos donde un reproductor se ha probado hasta con 70 vientres y ha logrado preñar más del 80 %.
Ese proceso de identificación de esas variables, al igual que otras como la mansedumbre, la longevidad y la resistencia a ciertas enfermedades, además de tener la capacidad de degradar alimentos toscos, son atributos que se han querido mejorar, por eso desde el año 2010 se viene desarrollando un programa de mejoramiento genético de la raza para mejorar algunos indicadores.
Con la información que se recoge se hace evaluación genética y hoy con los avances de la genómica ya se tiene una evaluación genómica de los animales, lo cual permite identificar que tengan algunos genes que sean básicos o que tengan ciertos atributos para poder direccionar la utilización de estos animales. (Lea en CONtexto ganadero: Japón entrega donación tecnológica para el proyecto SATREPS de ganadería)
Cruce con brahman
Contando con que se tiene información y metodologías que permiten evaluar los parentales romosinuanos como brahman, se ha diseñado un programa de cruzamiento que los lleve a utilizar esa habilidad combinatoria y esa complementariedad racial.
Si se encuentra que en el brahman existe cierta debilidad en la parte reproductiva, el romosinuano le aporta genes que van a contribuir en la parte reproductiva del F1. Así mismo, si el romo tiene características cárnicas deficientes en el tren posterior, el brahman le aporta en ese sentido, un mejor desarrollo muscular. Hoy se tienen animales F1 que al momento del destete sobrepasan los 225 kilos a los ocho meses.
En este modelo que maneja cuatro animales por hectárea lo que se hace es que esos mismos cuatro animales siguen todo el año, pero se comienza con una carga de alrededor de mil kilos por hectárea y cuando termina el proceso se tiene casi una tonelada de carne por hectárea.
Salen a sacrificio a los 22-24 meses con 480 kilos y si entraron con 230 kilos quiere decir que ganaron cerca de 250 kilos en un año, una ganancia que oscila entre 600 y 700 gramos mensuales. Esto ha permitido demostrar que se pueden tener al momento del sacrificio animales con una alta terneza porque son animales muy jóvenes.
Además de la raza romosinuano el centro tiene en custodia la raza costeño con cuernos que son animales de talla media, del mismo color del romo, pero a diferencia de estos, poseen cuernos. Históricamente el costeño se usaba para la producción de leche porque tiene una arquitectura para ello. (Lea en CONtexto ganadero: Romosinuano, entre su origen y adaptabilidad al país)
Se tiene un modelo de producción sostenible para la carne bovina de la región del Caribe húmedo colombiano. Es un sistema que involucra todos los elementos, especialmente pensando en el suelo, que ha sido vital para el desarrollo de las pasturas.
También es importante considerar como sistema la integración que debe existir entre el suelo, la planta, los arbustos y los animales. No se permite un periodo de ocupación de las pasturas superior a tres días y el periodo de descanso supera los 21 días.
Los árboles también son determinantes porque le aportan nutrientes al suelo y al tiempo le da un confort al animal con la sombra. Por todo ello Turipaná obtuvo la certificación ambiental, lo que les permite decir que tienen una ganadería sostenible certificada.