La reproducción bovina, especialmente a través de la inseminación artificial (IA), requiere un conocimiento preciso del ciclo estral para maximizar las tasas de éxito. La ingeniera agrónoma zootecnista Jeraldyn García Arévalo publicó en sus redes sociales una detallada explicación sobre este tema, en el que enfatiza la importancia de reconocer las fases del celo para garantizar una inseminación efectiva.
Según García Arévalo, “lo primero que debemos entender es que el estro hace parte de una de las cuatro fases del ciclo estral, donde tenemos el proestro, estro, metaestro y diestro”. En este contexto, el estro, conocido también como celo o calor, es la etapa donde la vaca está receptiva para reproducirse. Esta fase puede durar entre 4 y 24 horas y culmina con la ovulación, que ocurre alrededor de 30 horas después del inicio del estro. La especialista resalta que “en aquellas vacas que ya tienen más de un parto, el promedio de duración del estro es de 18 horas, mientras que en novillas… el promedio es de tan solo 12 horas”.
Jeraldyn García describe el celo como un proceso que se divide en tres etapas: inicial, período álgido y terminación del celo. Cada una de estas etapas tiene características específicas que determinan el momento más adecuado para realizar la IA. Durante la etapa inicial, que ocurre en las primeras 6 horas y media del estro, el animal muestra inquietud, mugidos frecuentes y un comportamiento característico: monta a otras vacas, pero no se deja montar. Este período también se identifica por un flujo vaginal escaso y transparente, y una vulva ligeramente roja. Sin embargo, “en la etapa inicial, es muy temprano para realizar la monta o la inseminación artificial”, afirma García. Los espermatozoides llegarían al óvulo antes de que estuviera listo, reduciendo las probabilidades de éxito.
El momento más importante para la IA es durante el período álgido, que se extiende desde las 6 horas y media hasta las 18 horas del estro. En esta etapa, explica García Arévalo, “el animal se encuentra nervioso, muge con frecuencia, está excitable y, lo más importante, se deja montar”. Este comportamiento, combinado con un flujo vaginal abundante y transparente, indica que es el momento óptimo para realizar la inseminación. Biológicamente, es la fase ideal, ya que coincide con la mayor receptividad de la vaca y la proximidad a la ovulación. Además, durante este período, el animal suele estar más tranquilo y manejable, facilitando el procedimiento.
La tercera etapa, conocida como la terminación del celo, ocurre entre las 18 y 22 horas del estro. Aunque sigue siendo posible realizar la IA en este momento, la probabilidad de fecundación comienza a disminuir. En esta fase, la vaca nuevamente no se deja montar y el flujo vaginal se vuelve menos abundante. García enfatiza que “después de las 22 horas, se considera demasiado tarde para realizar la inseminación artificial, ya que los espermatozoides no llegarían a tiempo al óvulo”.
La especialista también advierte sobre la importancia de identificar correctamente los signos del celo. “La principal causa por la cual las vacas no quedan preñadas es la incorrecta identificación de los síntomas del celo o estro”, afirma en su publicación. Una inseminación realizada demasiado temprano o demasiado tarde puede resultar en fallos, ya que la sincronización precisa es esencial para que los espermatozoides encuentren al óvulo en el momento adecuado.