La incorporación de materia orgánica y sistemas biodiversos en los cultivos muestra mejores resultados que los sistemas convencionales a la hora de mitigar el cambio climático y aumentar la mesofauna presente en los suelos.
En los terrenos que se aplican métodos agroecológicos de producción se encontró una población promedio de 34.524 individuos/m2 de mesobiota como colémbolos, ácaros y nematodos, entre otros invertebrados. Esta cifra resulta un 85 % mayor que la identificada en los suelos de cultivos en los que se aplicaron métodos de agricultura convencional, que reportan 18.629 individuos/m2. (Lea: Sistemas agroecológicos brindan seguridad alimentaria)
Esto se pudo establecer después de una investigación de la Universidad Nacional sede Palmira, adelantada en cuatro veredas del corregimiento Santa Rosa de Tapias, a mediados de 2018.
Élida Marín Beitia, a cargo del estudio y candidata a doctora en Ciencias Agrarias, explica que la mayor cantidad y diversidad de organismos revela el buen estado de los suelos y la mayor estabilidad del agroecosistema.
En esa línea, en los sistemas agroecológicos se encontró que el carbono fijado a la biomasa microbiana –que hace referencia a la parte viva de la materia orgánica– representó el 1,9 % de todo el carbono hallado en los suelos, mientras que en los cultivos convencionales ese indicador alcanzó el 1,6 %. “Se trata de un carbono que no se libera a la atmósfera como dióxido de carbono, gas de efecto invernadero”. (Lea: Beneficios de la diversidad agroecológica)
Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés), los suelos sanos son el mayor almacén de carbono terrestre y de su gestión depende gran parte de la mitigación del cambio climático.
Según la estudiante, los sistemas agroecológicos favorecen el buen estado de los suelos al establecer la presencia de gran biodiversidad de plantas asociadas con el cultivo, además de incorporar una mayor cantidad de materia orgánica por métodos como el compostaje. “Cuando hay mayor diversidad, los organismos encuentran más fuentes de alimentación y refugio. En los sistemas convencionales, los micro y macroorganismos que actúan en el suelo (biota edáfica) están expuestos a condiciones de sol y lluvia”, asegura la investigadora.
En los sistemas agroecológicos, el material vegetal que dejan caer los árboles de sombrío y las plantas acompañantes recubre el suelo. Tal cobertura previene el avance de la erosión y favorece la densidad y diversidad de organismos, que también son importantes para el control natural de plagas y enfermedades. (Reportaje: Integrar mejoramiento genético y los sistemas agroecológicos)
Por otro lado, los métodos de agricultura convencionales, como el uso de insumos de síntesis química industrial, la labranza intensiva y la siembra de monocultivos perturban más los suelos y generan procesos de mineralización de la materia orgánica, además de afectar la capacidad de infiltración y retención de agua, explica la investigadora.
Tres métodos evaluados
La investigación se adelantó con el apoyo de integrantes de la Asociación de Productores Agroecológicos de Santa Rosa de Tapias. Se estudiaron los suelos del bosque y de seis fincas de Guacarí: dos aplicaban métodos de producción convencionales, dos desde hace siete años trabajaban prácticas agroecológicas y dos en procesos de transición entre ambos modelos.
Se tomaron muestras tanto en época seca como en periodos de lluvia buscando medir factores físicos –como la densidad aparente, la humedad y la porosidad–, químicos –como la materia orgánica presente y la disponibilidad de nutrientes– y biológicos, como la actividad microbiana y la macro y mesofauna. (Lea: 10 elementos de Agroecología)
Tales mediciones se realizaron en suelos en los que se había sembrado café, para evitar que las reacciones que genera cada tipo específico de cultivo incidieran en los resultados obtenidos.
La investigación avanza ahora sobre el procesamiento y la obtención de más indicadores que permitan entender mejor las diferencias entre los impactos de los modelos de producción.
En Colombia los procesos de degradación de los suelos –como salinización, compactación, pérdida de materia orgánica y disminución de fertilidad– han afectado el 29 % del territorio, según se reporta en la “Propuesta del programa nacional de monitoreo y seguimiento de la degradación de suelos y tierras en Colombia: Diseño, estructura y estrategias para su implementación”, del Gobierno Nacional. (Lea: Sistemas agroecológicos mitigan más el cambio climático)
El estudio forma parte del trabajo de grado de la estudiante Marín y avanza con la dirección de la profesora Marina Sánchez de Prager.
Fuente: Agencia de Noticias UN.