Investigadores de la facultad de Estudios Superiores (FES) Cuautitlán de la Universidad Nacional Autónoma de México, desarrollan un proyecto para utilizar la semilla de chía como alternativa para cubrir las necesidades de forraje para la alimentación de ganado lechero.
José Luis Sánchez Millán y Elsa Gutiérrez Cortez, expertos de la entidad universitaria, tienen el objetivo de demostrar que los bovinos productores de leche, alimentados con pélets (porciones de alimentos en harina que resultan más apetecibles y digeribles para los animales, fáciles de almacenar y transportar), elaborados con el forraje de la chía producen un lácteo funcional, es decir, con presencia de ácidos grasos poliinsaturados que proporcionan estas semillas, reseña el portal de la universidad.
“De ser así, estaríamos hablando de una leche naturalmente enriquecida a partir del forraje de Salvia hispánica con el que se alimentarían estos rumiantes; es decir, que preserve los beneficios nutracéuticos de la chía: ácidos grasos, aminoácidos, antioxidantes, fibra, vitaminas y minerales, lo que permitiría la posibilidad de ofrecer un lácteo con alto valor nutricional, no solo benéfico para las crías becerras de reemplazo sino también para niños”, indicaron los universitarios, quienes desarrollan el proyecto de investigación “Aprovechamiento Integral de la Chía”.
Sánchez Millán señaló al portal de la universidad que tiene varios beneficios, el primero, y tal vez el más importante, es que se trata de una planta rica en ácidos grasos poliinsaturados, lo que significa que es abundante en ácidos linoleico y linolénico (omegas 3 y 6, respectivamente), los cuales contienen buenos antioxidantes que contribuyen a la salud.
Esta semilla posee otra propiedad importante y es su capacidad de producir un hidrocoloide (mucilago o gel), que desprende cuando se pone a remojar; se le considera el mejor espesante en la industria de los lácteos, resaltó Sánchez Millán. (Lea: Uso de extracto de chía y romero como sustituto de grasa en hamburguesas)
Ensayo práctico
Como forraje, la chía se utiliza en el sur de Europa, porque difícilmente puede llegar a grano pues el periodo de cosecha, antes de las heladas, es más corto en esa región. Incluso en el sur de ese continente, existen zonas donde no se llega a obtener la semilla, ya que para ello se requiere, en promedio, un lapso de casi seis meses desde su siembra hasta la cosecha, por lo que le han encontrado un uso forrajero importante.
En 2021, expuso Sánchez Millán, en la nota del portal de la universidad el grupo de trabajo que encabeza llevó a cabo, en una de las parcelas del Centro de Enseñanza Agropecuaria de la FES Cuautitlán, un ensayo utilizando tres dosis de siembra de chía en un diseño experimental usual en campo: bloques dispuestos al azar, con riego de temporal únicamente con agua de lluvia y sin uso de agroquímicos.
A los 72 días de cultivo se cortó la planta, se cuantificó el heno y se determinaron algunos parámetros como la capacidad fotosintética, contenido de nitrógeno, fósforo y potasio a lo largo del ciclo, para establecer la cantidad de nutrientes en la especie vegetal.
Según una nota del portal traxco.es, la chía, altamente apreciada hoy en día, es una pequeña semilla comestible negra y blanca que se obtiene de una planta de la familia de la menta, que se denomina Salvia Hispánica. Tiene un alto potencial nutricional por ser fuente completa de proteínas. Otorga además aminoácidos esenciales que son fácilmente digeribles, no contiene gluten, es excelente fuente de fibra y antioxidantes, calcio, proteínas y ácidos grasos omega 3, además de cobre, magnesio, niacina, zinc y otras vitaminas.
Los agricultores cultivan las semillas de chía a una altura media aproximada de 12 milímetros, ya que el crecimiento de las semillas modifica sus niveles de nutrientes. Por ejemplo, las semillas de chía germinadas tienen niveles más altos de ciertos minerales y vitaminas en comparación con las semillas de chía aletargadas y no germinadas.
Añade el portal que las semillas de chía se consumen mejor cuando crecen aproximadamente 12 milímetros de largo. Si no se pueden consumir todos los brotes de chía a la vez, se deben colocar en un recipiente sellado y guardar en la nevera durante 14 días. Esto detiene su crecimiento y ayuda a disminuir la aparición de bacterias.
Buen almacenamiento
Por su parte, Gutiérrez Cortez manifestó en el portal de la universidad que con lluvia escasa obtuvieron buen forraje. “No nos estamos atreviendo a hacer esto sin conocimiento de causa, ya lo han hecho en Italia con excelentes resultados, pero nuestra ventaja es que hemos obtenido una gama de pélets con la ventaja de que este alimento para ganado puede almacenarse por más tiempo, y en la época en la que pudiera no haber forrajes echar mano de él”.
Aseguró que la chía forrajera es una buena opción por los nutrientes que podría aportar y los tiempos de obtención del forraje, que son cortos, y puede utilizarse como alimento en lugar de los otros convencionales como alfalfa y avena.
Señaló que tiene propiedades nutraceúticas, por ello se le considera un alimento funcional, tiene capacidad antioxidante, puede estimular el movimiento peristáltico de los intestinos y su mucilago genera recubrimiento de la mucosa gástrica, aporta ácidos grasos nutritivos y, por tanto, energía, características que podrían encontrarse también en el forraje.
Así mismo, el subproducto, como la cascarilla, también proporciona cualidades nutricionales importantes a los animales de uso zootécnico como la vaca lechera, cabra, borrego, conejo. Incluso existen reportes de que cuando se proporciona en la alimentación de cerdos, su carne es más magra.