El futuro de varias de las razas criollas está asegurado porque ya se le ve la rentabilidad y en el cruzamiento es donde tiene su nicho más fuerte porque permite corregir diferentes problemas.
Así lo planteó Alejandro Giraldo, un ganadero del Meta quien es criador de razas autóctonas colombianas como el Blanco Orejinegro (BON), hartón del Valle y romosinuano en la región de los Llanos Orientales.
Sostuvo que una de las ventajas de las razas colombianas es que tienen especialidad por finalidad y por nicho ambiental. Por ejemplo, para regiones de montaña existen unas razas específicas que se adaptan mejor a dichas condiciones; así como para zonas de humedad plana o para zonas cálidas y siempre con condiciones de carne o de leche o doble propósito.
Muchos ganaderos están teniendo en cuenta estas razas autóctonas colombianas por su capacidad de producción en ganadería sostenible porque son adaptadas a esos ecosistemas.
En materia de cruces hay mucha gente que hoy día usa para el caso de carne el romosinuano y el Blanco Orejinegro para producir F1 con brahman y luego llevarlo a la raza especialista de moda, por ejemplo, angus o wagyu usan mucho cualquiera de estos F1. De esta manera obtienen un animal que es 75 % bos Taurus y 25 % bos indicus.
Esto funciona muy bien teniendo en cuenta el estándar de la cuota Hilton que exige que la carne sea 62,5 % de taurino y por eso hay muchas personas que ya están visionando el negocio para la apertura de nuevos mercados. (Lea en CONtexto Ganadero: Alejandro, el defensor de los criollos)
De igual manera razas como el BON, hartón del Valle o el romosinuano se han especializado en genómica para leche, y tienen animales que producen leche A2A2 que es para personas intolerantes a la lactosa y por eso ya se tienen toros que permiten que sus hijas produzcan este tipo de leche.
Así mismo, para las queseras se tienen toros que son genómicos para la caseína BB que tienen más sólidos y grasas o las variantes de proteínas para quesos.
Adicional a ello, por medio de cruzamientos, estas razas ayudan a corregir problemas de aplomos, de pelo o de cuernos, entre otros, por lo que también están siendo valoradas por los ganaderos colombianos.
Sin peligro de extinción
De otra parte, señaló que estas razas tienen más de 2.000 ejemplares cada una y con ello están por encima del límite establecido por la FAO para declararlas como en peligro de extinción.
Incluso en el caso del romosinuano ya ha traspasado fronteras y se tienen animales de esta raza en otros países como México y Venezuela.
Otras razas que colombianas son el costeño con cuernos que cada vez toma más fuerza en la región de la costa atlántica; el casanareño que como su nombre lo indica se encuentra especialmente en ese departamento. (Lea en CONtexto Ganadero: Un bovino criollo campeón es impecable de cabeza a pezuñas)
Igualmente, está el chino santandereano que se está volviendo a poblar muy bien en los Santanderes y Cesar y donde el papel de la academia ha sido muy importante para este propósito.
Mejoramiento genético
Uno de los mayores problemas que se presentaba con mucha frecuencia en estas razas era la consanguinidad, lo cual se ha venido superando gracias al trabajo realizado desde diferentes frentes.
Hoy día, por medio de biotecnología y de genómica se han podido hacer avances que tomaban diez años para hacer análisis y hoy se realizan en un mes y de esta manera se logra reducir los grados de consanguinidad.
Se hacen análisis genómicos de cada hembra y se busca, para hacer cruzamientos dirigidos, un toro por cada vaca para disminuir los riesgos de consanguinidad y abrir las líneas.
Una de las ventajas de ello es que Agrosavia, hoy día, tiene núcleos de conservación y dentro de los mismos varias familias y dichos núcleos son dirigidos por genetistas para poder mantener la variabilidad genética deseada en estas razas.
En el caso de las familias, son ocho por cada núcleo, con el fin de hacer cruzamiento cíclico dirigido, por ejemplo, una vaca de la familia uno con un toro de la dos y viceversa y van girando hasta que siete generaciones después vuelven a encontrarse nuevamente, es decir, 20 años después se reencuentran la familia uno con la dos. (Lea en CONtexto Ganadero: Así se trabaja para promover la conservación de razas criollas)
Además ya se encuentran criadores tanto de ejemplares puros como en cruzamientos que es donde su impacto es más grande por su eficiencia reproductiva, su capacidad de monta, tolerancia a parásitos, aplomos, fertilidad, edad al primer parto, entre otras características que se deben medir en cualquier hato.