Cuando la leche no es removida de la ubre, se detiene la producción y una parte de la leche se reabsorbe, además de los efectos negativos para la vaca. Si pasa mucho tiempo sin ser ordeñada, puede ocasionar hematomas, lesiones en las ubres, enfermedades o hasta la muerte.

La secreción de la leche es un proceso continuo pero se produce con mayor rapidez inmediatamente después del ordeño. A medida que aumenta la presión de la glándula mamaria, la velocidad de producción disminuye hasta que se establece un equilibrio.

Así lo indicó el artículo “Importancia del conteo de células somáticas en la calidad de la leche” de Hernández Reyes y Bedolla Cedeño, investigadores de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo. (Lea: ¿Cómo manejar el dolor en la ubre tras el secado en vacas?)

No obstante, cuando la leche no es removida de la ubre, el tejido secretor detiene la producción de leche. En cambio, una parte es reabsorbida cuando la presión externa sobre el alvéolo (estructura básica de la glándula mamaria) es de 30 a 40 mm de mercurio.

Esto ocurre si no se extrae la leche durante un periodo prolongado. Un tiempo muy largo sin extraer la leche o sin realizar el ordeño, o hacerlo de forma incompleto, inciden en la caída de la secreción de leche y la involución del tejido secretor, apuntaron los autores.

Esto explica que se pueda obtener una cantidad de leche apreciablemente mayor en las vacas de alta capacidad productiva, ordeñándolas tres o cuatro veces al día, que haciéndolo solo dos veces al día. (Lea: La ubre y su fisiología, un asunto relevante para el ganadero)

La secreción de leche continúa siempre y cuando se remueva en forma frecuente de la glándula mamaria. Por lo tanto una vaca que sea sometida en forma repetida al estímulo de bajada continuará produciendo leche, aunque los niveles van a descender finalmente con el transcurso de la lactancia.

Cuando la leche no es removida repetidamente de la ubre, el tejido secretor involuciona. Esto sucede cuando el ternero es destetado o la frecuencia de ordeño es reducida deliberadamente a una vez por día y luego detenida, precisó este artículo de la Unión Ganadera Regional de Jalisco.

Algo de la leche que ha sido producida de forma reciente se reabsorbe y las estructuras celulares sufren un proceso de involución, de modo que la actividad metabólica, el número de células secretoras y el tamaño de cada lóbulo decrecen.

Gradualmente el alvéolo se desintegra y células invaden la glándula y remueven los restos de células epiteliales dejando a las células mioepiteliales intactas. (Lea: ¿Sabe cómo elegir la vaca con la ubre ideal? Descubra qué mediciones se usan)

Luego de la involución, el sistema de conductos permanece pero el alvéolo disminuye de tamaño. En las vacas preñadas este proceso de involución es reemplazado por la necesidad de pasar al desarrollo de la glándula mamaria de manera que se encuentre lista para la secreción de leche de la nueva lactancia.

En cuanto a la vaca, si estaba en medio de su lactancia produciendo 30 litros al día y se deja de ordeñar, esto podría causar hematomas, lesiones en las ubres, enfermedades y, de continuar, podría provocar la muerte (esto llevaría muchos días consecutivos sin ordeñar).

Ernesto González Cely, médico veterinario, explicó en una nota anterior que si se acumulan residuos de leche en la ubre por una deficiente práctica de ordeño se puede producir mastitis. Esto ocurre incluso si no se cumplen con los horarios fijados para extraer el líquido.

“Lo ideal es que el ordeño tenga una diferencia de 10 a 12 horas, no más de ese tiempo. Si por el contrario se ordeña una vaca a las 2 de la mañana y luego a las 2 de la tarde, se complica la cosa, y trae consecuencia de residuos, baja producción y mastitis”, puntualizó el experto en ganadería.