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Foto: rumiantes.com

En 1796, el médico británico Edward Jenner inoculó a su primer paciente humano, James Phipps, un niño de 8 años, con materia de la mano de una ordeñadora llamada Sarah Nelmes a quien su vaca Blossom la había contagiado de viruela bovina.

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¿Por qué las vacunas deben su nombre a las vacas?

por: CONtexto ganadero- 31 de Diciembre 1969

¿Sabía que el término «vacuna» y «vacunación» viene de las vacas? En la búsqueda por encontrar una cura definitiva contra el virus de la viruela, uno de los más mortales en la historia de la humanidad, la respuesta la encontraron en estos animales.

De acuerdo con la médica veterinaria Mariana Navarro Sanint en su columna en «Las vacunas por y para los vacunos...», «la inmunidad generada por las vacunas se descubrió gracias a la viruela bovina y el contacto de las ordeñadoras con las fístulas de las ubres. Por esta razón tenemos mucho más que agradecerle a nuestras productoras de leche». (Lea en CONtexto ganadero: Las vacunas por y para los vacunos...)

En efecto, como escribió David Casal en el artículo «Palabras y mugidos: el vínculo histórico entre vacas y humanos», el médico británico Edward Jenner (1749-1823) descubrió que las mujeres que ordeñaban vacas eran inmunes a la viruela humana. Estas trabajadoras contraían la viruela vacuna, una enfermedad menos intensa, pero aun así quedaban inmunizadas contra la viruela, que durante miles de años fue uno de los peores males que aquejaron a la humanidad.

Como la calificó el canal de ciencia de YouTube Kurzgesagt – En pocas palabras, la viruela es una de las peores plagas que la humanidad jamás ha conocido. Anteriormente, para hacer frente a la viruela, se utilizaba la variolización, una práctica peligrosa que consistía en tomar muestras de costras de un infectado con viruela, dejarlas secar y transformarlas en polvo. Luego, ese polvo se soplaba al paciente por la fosa nasal o se le raspaba piel. Sin embargo, entre 2 y 3 % de las personas morían aunque recibieran el tratamiento.

No fue sino hasta el siglo XVIII que el médico británico desarrolló otro método. En el relato de la BBC, explican que en 1775 Jenner empezó a estudiar la relación entre ambas viruelas y descubrió que si tomaba un extracto de una llaga de viruela bovina y posteriormente la inyectaba a un ser humano, la persona adquiría la inmunidad contra la viruela.

«En 1796, inoculó a su primer paciente humano, James Phipps, un niño de 8 años, con materia tomada de la mano de una ordeñadora llamada Sarah Nelmes a quien su vaca Blossom la había contagiado de viruela bovina. James contrajo viruela bovina. Unos días después, inoculó al niño con gérmenes de viruela. Como anticipó, el niño no se enfermó de la versión humana de viruela. La inoculación con el virus de viruela bovina había producido un grado de protección definitivo contra la viruela», aseguró.

De este modo, Jenner descubrió que, inoculando el virus de la viruela vacuna, se eliminaba el peligro de contraer la humana. Así nacieron tanto la técnica como la propia palabra «vacuna». (Lea en CONtexto ganadero: 5 mitos o datos extraños de las vacas que quizá usted no sabía)

En los siguientes 200 años, la vacuna contra la viruela se produjo y se distribuyó por todo el mundo, pero la enfermedad seguía matando personas: solo en el siglo XX acabó con más de 300 millones. En 1966 la Organización Mundial de la Salud implementó una estrategia definitiva para erradicar la viruela. Como la enfermedad solo se transmite entre seres humanos, cada vez que había noticias de un brote, enviaban vacunas allí para contener el virus.

«La última infección natural ocurrió en 1977 (en Merka, Somalia), y en 1980, casi 200 años tras de la primera vacuna, la viruela fue declarada erradicada», y todo gracias a los científicos que descubrieron la vacuna proveniente de las vacas.