La producción ganadera enfrenta múltiples desafíos, entre los cuales uno de los más relevantes es el control de parásitos internos y externos en los bovinos. La ivermectina ha sido ampliamente utilizado desde su introducción en el mercado en los años 80. (Lea en CONtexto ganadero: Cómo escoger el desparasitante adecuado para bovinos)
Sin embargo, en las últimas décadas, su efectividad ha disminuido significativamente, lo que ha llevado a la necesidad de reconsiderar las estrategias de desparasitación del ganado bovino, teniendo en cuenta que es fundamental adoptar un enfoque basado en la rotación de desparasitantes, aprovechando las diversas familias de estos productos para garantizar una gestión eficaz y sostenible de los parásitos.
De acuerdo a Miguel Sánchez Flores, médico veterinario, “el uso de la ivermectina durante muchos años ha provocado la resistencia de los parásitos a los desparasitantes”. El profesional añade que los productores deben estar rotando constantemente los desparasitantes para no crear esta resistencia.
Para mitigar esta resistencia a los antiparasitarios, los veterinarios y ganaderos deben implementar estrategias como la rotación de productos, lo cual implica utilizar diferentes familias de desparasitantes de manera cíclica para reducir la presión selectiva sobre los parásitos.
Según Sánchez Flores, el primero grupo de estos productos es la familia lactonas macrocíclicas, “son muy conocidas por los productores porque dentro de este grupo está la ivermectina, moxidectina, doramectina y la abamectina. Si se rotan entre estos mismos productos, entonces no se está llevando adecuadamente una rotación porque siguen dentro del mismo grupo”.
La segunda de las familias de los desparasitantes la conforman los benzimidazoles, que generalmente se presentan mediante vía oral y deben ser ingeridos por el ganado. Según Sánchez Flores, en este grupo se encuentra el “albendazol, fenbendazol, melbendazol y triple albendazol. Este tipo de medicamentos pueden afectar a las vacas preñadas”.
La tercera familia es la de los imidazotiazoles del cual hacen parte el levamisol y el tetramisol, siendo una excelente opción para desparasitar el ganado.
El cuarto grupo son las salicinalidas del cual hacen parte el closantel, el nitroxinil y rafoxanida. “El closantel va ayudar al ganadero cuando el ganado tiene la fasciola hepática, que es una enfermedad muy común en las zonas tropicales y se resguarda en el hígado del ganado”, describe Sánchez Flores.
Para el profesional “en las fincas se deben estar rotando los desparasitantes dos veces al año, con una familia en la primera parte del año y con otra familia de estos productos. Además, es muy importante hacer estudios para saber qué parásitos tiene el ganado y la cantidad que tiene para saber qué productos necesitan los animales, que es algo que no hace el 99% de los ganaderos”. (Lea en CONtexto ganadero: ¿Por qué debería detener la desparasitación general del ganado y cómo hacerlo?)
La implementación de un programa de rotación de desparasitantes requiere una planificación cuidadosa y un conocimiento profundo de las familias de antiparasitarios disponibles.