Estas plagas no solo afectan la salud de los bovinos, sino que también tienen un impacto económico significativo debido a la reducción en la producción de leche y carne, así como al aumento de los costos de tratamiento y control.
El verano, con sus características climáticas particulares, crea un ambiente propicio para la proliferación de garrapatas. (Lea en CONtexto ganadero: Rebrote de garrapata se suma al problema del verano en Santander)
Las garrapatas son ectoparásitos que prosperan en climas cálidos. La temperatura es uno de los factores más importantes que influyen en su ciclo de vida. Durante el verano, las temperaturas elevadas aceleran el desarrollo de las garrapatas desde los huevos hasta las etapas adultas.
Ricardo Mesa, médico veterinario especialista en biotecnología de la reproducción, explica en una charla para TVGan que “en el verano es cuando mayor probabilidad hay de infestación con este parásito”. Las temperaturas cálidas también aumentan la actividad metabólica de las garrapatas, facilitando su reproducción y crecimiento.
Las garrapatas, como el rhipicephalus (boophilus) microplus, conocido comúnmente como la garrapata del ganado, tienen una tasa de reproducción más alta a temperaturas que oscila entre 25°C y 30°C, que son típicas del verano.
En estas condiciones, el ciclo de vida completo de una garrapata puede reducirse a tan solo tres semanas, lo que resulta en un aumento significativo de la población en un corto período.
“En esa transición de invierno – verano, es cuando debemos hacer trabajos de control de las garrapatas, porque es cuando hay más carga importante”, describe Mesa.
La humedad juega un papel crucial en la supervivencia y proliferación de las garrapatas. Estos organismos requieren un ambiente húmedo para evitar su desecación. Durante el verano, la humedad relativa tiende a ser más alta. Esta combinación de alta temperatura y alta humedad crea un microclima ideal para que las garrapatas sobrevivan y se reproduzcan.
De acuerdo con Mesa, “es en el verano cuando hay probabilidad que aumente la infestación de garrapatas. Por eso hay que tratar antes a los animales, y no cuando ya se esté en el verano”.
Las garrapatas pueden morir rápidamente en condiciones secas, pero el verano, con su humedad relativa elevada, permite que estas plagas se mantengan activas y viables en el ambiente, aumentando las probabilidades de infestación en los bovinos.
El comportamiento de los bovinos durante la temporada de verano también contribuye a la proliferación de garrapatas. En busca de sombra y agua para mantenerse frescos, los bovinos tienden a agruparse en áreas específicas, lo que facilita la transferencia de garrapatas entre ellos. Además, el aumento de la actividad de pastoreo durante la época de sequía expone a los bovinos a un mayor contacto con las garrapatas presentes en la vegetación.
Las garrapatas utilizan la vegetación para escalar y esperar el paso de un hospedador, facilitando su dispersión y ataques a los bovinos. Por esa razón es que una de las estrategias de control es cambiar a los bovinos de un campo a otro para interrumpir el ciclo de vida de estas plagas, además de eliminar la vegetación densa para reducir los hábitats de las garrapatas. (Lea en CONtexto ganadero: Control efectivo y seguro de garrapatas en ganado bovino: métodos y estrategias clave)